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Visión Tupí-Guaraní del Universo y la Vida

El pensamiento y la palabra guaraní considera al cosmos y a todas sus manifestaciones como una realidad única. Para ellos el universo tiene una unidad profunda en el que se da un proceso permanente expresado de muchas maneras en sus mitos, realidades y personajes o héroes mitológicos.
Sus mitos brindan alguna explicación coherente de la experiencia de sí mismos  y del entorno. Los héroes mitológicos son modelos de vida y creadores de códigos o normas de convivencia en el ambiente selvático que viven.
Para ellos sus héroes no son ‘dioses ‘ en el sentido occidental, sino seres vitales, dignos de respeto, emergentes de ‘este’ cosmos profundo, azul, verde y acuático en que viven. Desde ese concepto, asumen la cosmo-visión como ‘su’ verdad, que va creando o configurando una identidad propia.
¿Qué es lo vertebral de una cultura o qué la define como legítima frente a las demás? Juan José Rossi nos dice que es su Cosmovisión, Mitología y Filosofía de vida expresadas de diversas formas en el devenir del grupo protagonista. No así, en cambio, los caracteres antropomórficos y ‘cultura material’ de los pueblos en sus distintas manifestaciones (bases de subsistencia o sistema económico, tipo de vivienda, vestimenta, juegos, medicina y algunas otras realidades). Nada de esto define y da entidad propia en el tiempo a la cultura de un grupo humano. Las culturas wichí, charrúa o guaraní –por ejemplo- comparten las mismas estrategias de supervivencia (vivienda e instrumentos para cazar…); pero ‘algo’ que los diferencia claramente entre sí es su manera de ver, interpretar, explicar y vivir el universo, el entorno próximo, la conciencia de sí mismos y los avatares de la existencia incluidas las satisfacciones, el sufrimiento y la muerte. En tres palabras: cosmovisión, mitología y filosofía de vida.

COSMOVISIÓN
La cosmovisión, considerada en tanto expresión simbólica, es la manera particular de uno o más grupos de ver, mirar e interpretar el entorno cósmico y a sí mismos como un todo armonioso en su contexto natural y social.
El hombre, desde que es hombre con conciencia de sí mismo y de su entorno, ha producido y produce innumerables sistemas explicativos del cosmos y de los fenómenos colaterales tangibles y subjetivos.
Unos explican el cosmos como una unidad animista sin principio ni fin, mientras otros interpretan que todo es producto de algún ser superior distante y autónomo respecto del universo y el hombre.
Toda cosmovisión se cristaliza históricamente desde las vivencias y la experiencia acumulada del hombre. Las cosmovisiones de ayer y de hoy constituyen distintas formas de observar e interpretar el universo, condicionadas por el propio hábitat y el acervo cultural que, consciente o inconscientemente, enriquece y hereda cada grupo en su devenir. Por tal motivo, una manera de apreciar el universo fue la del hombre de la edad de piedra, rodeado por la espectacularidad amenazante de fenómenos y accidentes naturales o por el poder de la mega fauna en inmensos espacios apenas habitado por el hombre. Otra manera la de los hebreos transitando un árido desierto acosados por sus vecinos (según la Biblia); y otra la de los guaraníes inspirados por selvas cerradas y un profundo firmamento reflejándose en modestos o exuberantes cauces de agua. Pero de una u otra manera todas constituyen  todavía –a pesar del relativo esclarecimiento de la ciencia ‘académica’-, un bálsamo eficaz para calmar diferentes grados de ansiedad y angustia que provoca el desconocimiento y los límites del hombre. No es fácil imaginar pero desde siempre el hombre (el guaraní también) se enfrentó a fenómenos naturales amenazantes y experimentó e incorporó la profunda satisfacción de vivir, el sufrimiento y la misma muerte que finalmente troncha el innato deseo de seguir viviendo. Porque en realidad el hombre anhela que esta vida se prolongue indefinidamente y haría cualquier cosa porque así fuera, es decir, por continuar la existencia ‘aquí y ahora’ (caso guaraní con Yvy marae'y o tierra sin mal) o en ‘otra dimensión atemporal’ (cielo de los cristianos).
Hay en el mundo tantas cosmovisiones auténticas cuantas culturas existieron, existen y existirán a lo largo de la historia humana, entre ellas la tupí guaraní. Auténticas en cuanto esas producciones contribuyen eficazmente tanto a la organización, cohesión y coherencia de los grupos frente a los fenómenos internos y externos al hombre, cuanto al fortalecimiento de la identidad de esos pueblos y personas, como sucede por ejemplo con culturas antiguas de Europa  con relación a la identidad actual de los europeos que, sin ser latinos, galos o celtas, reivindican sin embargo las cosmovisiones de aquellos pueblos como parte fundamental de su patrimonio cultural. ¿Lo hacemos nosotros con las cosmovisiones y mitologías de nuestros antepasados? ¿Por qué no nos atrevemos? ¡Qué prejuicios subsisten en la estructura de nuestro pensamiento y en el análisis de la realidad histórico-cultural de nuestro continente?  

MITOLOGÍA
Los mitos son realidades involucradas profundamente en la vida de toda la humanidad.
Los mitos son auténticas estrategias colectivas simbólicas y prácticas en las distintas etapas de su marcha hacia una situación mejor nunca satisfecha plenamente. Conforman una plataforma donde afirmarse para vivir sin angustias, además de reglar el comportamiento y la actividad de la especie humana.
El mito ordena y estructura en una etapa o período determinado la visión humana de un cosmos que generalmente excede la comprensión del hombre
Los mitos proporcionan modelos éticos concretos para una conducta normalmente correcta (al menos para el grupo) y fijan la posición social de cada individuo en el seno de su comunidad.
Según Mircea Eliade los mitos constituyen “el fundamento mismo de la vida social y de la cultura; sirven de modelo y, a la vez, de justificación de todos los actos del hombre”.
Indiscutiblemente el hombre crea el mundo mítico por una necesidad de brindarse a sí mismo explicaciones contenedoras de la realidad y, por supuesto, desde su propia existencia individual y social que es la única que posee.
La característica de los mitos es la de ser antropo o zoomorfos. Los pueblos imaginan a sus dioses e intermediarios con formas humanas o con formas animales, porque no tienen otra vivencia de seres animados.
El mecanismo de creación de los mitos es prácticamente inconsciente, lento y simple, no se puede rastrear su origen puntual. Siempre estará asociado a profundas situaciones y tendencias humanas y a incomprensibles fenómenos de la realidad.
En definitiva, los mitos en sí y la adhesión ritual a los mismos, son una forma inofensiva y útil porque, de algún modo, se enfrenta el problema  y se genera cierta expectativa y esperanza, aunque sea transitoria, que permite vivir no tan agobiados o desesperados a quienes no encuentran, a nivel social, respuestas favorables a lo que acontece en sí mismos y en el entorno.

FILOSOFIA DE VIDA
Al hablar de “filosofía de vida” referimos al conjunto de consideraciones y reflexiones generales sobre el conocimiento, pensamiento y acciones humanas.
El hombre ‘primitivo’ de los hielos, de las Cuevas de las manos; la humanidad azteca o wichí o el hombre moderno de New York o Buenos Aires, del campo y de la ciudad, se pregunta, piensa y busca contestarse (filosofa), a la manera del lugar y del momento que le toca vivir, acerca de fenómenos cambiantes y cambiantes, como la muerte, que experimenta dentro de sí mismo y en su entorno, persiguiendo siempre respuestas más o menos coherentes y psicológicamente efectivas que, sin ser las verdaderas o científicas, no sólo calman su angustia existencial si que le permiten abrigar alguna esperanza de superación ahora y de trascendencia en un más allá imaginado.
Los guaraníes filosofan auténticamente cuando piensan su relación con la tierra (yvy) considerada como totalidad, es decir, la tierra propiamente dicha, el aire, el agua, la fauna y la flora. El concepto de ‘pertenecer a la tierra’ y no de ser ‘dueños de ella’ es una conclusión vertebral en el devenir de este pueblo milenario que los llevó a vivir de una manera determinada. El guaraní piensa que la tierra ‘no es mía o tuya’, sino que ella y los hombres constituimos un ‘nosotros’. Es una conclusión que supone el desarrollo y aceptación de un concepto de que todos nos movemos dentro de un mismo devenir y contexto de la realidad; que el hombre no es superior al resto, sino parte constitutiva.
Este enfoque de los guaraníes y de la humanidad continental –que los europeos y Charles en su paso por la Argentina llamó primitivo y miserable-, en sí mismo es grandioso porque, a través de miles de años, generó la conciencia de pertenencia a la tierra y no de propiedad, de respeto a uno mismo y al entorno, de igualdad de derechos que enriquece la convivencia, al organización y la contención de los diferentes grupos.

-Charles Darwin, a su paso por nuestro país, escribió: “los yámana y alakaluf de Tierra del Fuego son los hombres más desgraciados del mundo…(a causa) de la perfecta igualdad y porque nadie puede ser más rico que su vecino…”. (Memorias, embarcado en el Beagle).

Fuente consultada: Los Guaraníes, de Juan José Rossi 

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