Hay situaciones que resultan dificilísimas de describir, de narrar, en este caso no por la complejidad del hecho sino por la dificultad de encontrar los adjetivos que sinteticen aquello que se está viviendo. Eso ocurre cada año en oportunidad de la partida de las embarcaciones hacia las zonas de pesca, aún para aquellos que estamos verdaderamente acostumbrados a revivirlo en cada edición. Es por eso que quienes nos visitan y lo ven guardan en sus retinas una ráfaga meteórica de 30 minutos que les provocan la sensación de haber apreciado algo único, espectacular, vibrante; transformándose luego en el recuerdo más profundamente grato que se llevarán de esta fiesta. Y cuando deban actualizarlo caerán otra vez en la cuenta del "no te lo puedo contar así nomás", "tenés que vivirlo, estar allí", "hay que ver para creer"...
La comunicación no verbal se realiza a través de multitud de signos: imágenes sensoriales*, sonidos, gestos, movimientos corporales, etc. Generalmente, acompaña, completa, modifica o sustituye al lenguaje verbal. Cuando hablamos, otras señales acompañan a nuestras palabras, aunque no seamos muchas veces conscientes de ello. Estas señales son la entonación, las pausas, los gestos, las posturas, etc. Incluso podríamos decir que en una conversación cara a cara el componente verbal es un 35% y un 65% es comunicación no verbal. Este 65% de elementos no lingüísticos que acompañan a la comunicación verbal pueden desempeñar varias funciones en el proceso de la comunicación. Pueden confirmar o reforzar lo que dicen nuestras palabras , como ocurre cuando decimos “ Sí” y movemos la cabeza de arriba abajo. En otras ocasiones, pueden contradecir lo que se está diciendo , como cuando reaccionamos ante un chiste que nos parece muy malo con la expresión ¡Qué gracioso! Utilizando una determinada
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