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¿Qué es la Cultura?

La cultura –junto con la economía y la política- es una de las dimensiones que constituyen la realidad social. Es decir, una sociedad se define a partir de su economía, de su organización política y también de su cultura. Pero… ¿qué es la cultura?
El término cultura estuvo asociado antiguamente al término “cultivo”, que con el paso del tiempo se extendió al culto a Dios y el cultivo de la mente.


Esta viñeta de Fontanarrosa nos introduce en la noción de cultura que perduró por mucho tiempo –y aún hoy se aplica en ocasiones-:  La cultura era entendida como acumulación de saber y racionalidad. A este período se lo conoció como Iluminismo (siglos XVII y XVIII).
La visión iluminista suponía entonces un único camino para el desarrollo y, por lo tanto, la imposición a todas las culturas de seguir el mismo camino de evolución.
Sin embargo, esta idea de culturas superiores e inferiores está presente mucho antes pues los colonizadores que llegaron a nuestras tierras irrumpieron con el  pretexto –entre otros- de “acercar la civilización a los pueblos bárbaros, primitivos…”.  
La cultura ilustrada no tenía en cuenta  ciertas prácticas populares, que sí fueron valorizadas por el Romanticismo, hacia fines del siglo XVIII y el 1er. tercio del siglo XIX. Estas prácticas tienen su origen en el así llamado espíritu del pueblo y para denominarlas se acuñó el nombre de folclore.
Desde el siglo XX en adelante se abrió camino una nueva forma de pensar, la cual plantea que la cultura es más amplia, abarca otros saberes y otras prácticas. De esta forma, cada comunidad elabora un sistema de sentidos, un conjunto de preceptos, de prácticas, de significaciones que le permite construir su propia identidad.
Esta corriente proveniente del campo antropológico subraya fuertemente que cada pueblo, cada grupo humano tiene una línea de desarrollo única, que le es propia, contrariamente al planteo iluminista. Por tanto, al destacar la originalidad de cada cultura se supera aquella  clasificación que hablaba de culturas superiores y culturas inferiores.
La interacción humana es el fundamento de la cultura. La cultura es conducta compartida, común a un grupo más o menos amplio de personas; por lo que encontraremos muchas culturas con líneas de crecimiento propio y no con diferentes grados de desarrollo, como planteaba el Iluminismo.
Las culturas no son islas, ya que continuamente interactúan tratando de buscar su propio espacio, la propia hegemonía. Por lo tanto entre ellas encontramos procesos de competencia. La lucha por la hegemonía es un proceso dinámico, donde se presentan momentos de predominio de cierta cultura sobre otras, que por este motivo es considerada hegemónica, y otros momentos en los cuales su lugar queda relegado a la subalternidad.
James Lull, profesor de Estudios de la Universidad estatal de San José, California, es además publicista e investigador; sostiene que “La cultura es una compleja y dinámica ecología de personas, cosas, cosmovisiones, actividades y escenarios que fundamentalmente permanece estable, pero que también va cambiando en virtud  de la comunicación de rutina y la interacción social. La cultura es un contexto. Es el modo que tenemos de hablar y de vestirnos, es lo que comemos y cómo lo preparamos, son los dioses que inventamos y los modos en que los veneramos, la forma en que repartimos el tiempo y el espacio, cómo bailamos, los valores que les inculcamos a nuestros hijos y todos los demás detalles que conforman nuestra vida cotidiana. Esta perspectiva de la cultura implica que ninguna cultura es inherentemente superior a otra y que la riqueza cultural en modo alguno deriva de la posición económica”.
James Lull destaca en su concepto los cambios y las transformaciones en la vida de la cultura; a lo que Néstor García Canclini (Filósofo argentino, que trabajó muchos años en México, fue profesor en las universidades de Stanford y Austin, en Estados Unidos; de Barcelona, España, y de Buenos Aires) sumará la incidencia que tienen otros aspectos de la vida cultural como son los económicos, políticos y sociales..

“¿Quién se preocupa por la cultura cuando los salarios pierden 100 por ciento de su poder adquisitivo y la gente se desespera por llegar a fin de mes?” se preguntará. Crítica que podría tener al menos la eficacia de la sensatez “común” si al hablar de cultura nos refiriéramos sólo a las bellas artes, a los libros, a los conciertos; pero también el modo en cómo la gente piensa, imagina y hace política, habla y se calla… son aspectos que también hace a un pueblo vivir de una forma que le da identidad y lo distingue. 

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