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ANGELES SOMOS vs. HALLOWEEN


1 de noviembre, solemnidad de Todos los Santos y una tradición que nutre al folclore de Corrientes: “Ángeles somos”. Es costumbre que este día los niños se vistan como angelitos, y portando una simple cruz de madera y un ramito de flores, visiten algunas casas en donde recibirán algún dulce a cambio de bendiciones. Las primeras en visitar son aquellas en donde hubo fallecido algún niño, dejando implícito el mensaje de que esa alma era ahora parte de los ángeles de Dios.
La fuerza con la que la cultura estadounidense penetra en gran parte del mundo (incluida Argentina) hizo que Halloween, una fiesta de raíces satánicas proveniente de los pueblos celtas, ensombreciera la tradición local. Antecedentes de la fiesta dicen que el 31 de octubre los druidas adoraban al dios de los muertos, se ponían en contacto con los difuntos y practicaban el espiritismo para que los muertos puedan salir de los cementerios y apoderarse de los cuerpos de los vivos para resucitar. Las calabazas encendidas servían para iluminar el camino a estos muertos que venían a la tierra esa noche. Por otra parte, los niños que van de casa vestidos demoníacamente o como brujas, negocian al recitar “dulce o truco”, traducido esto último en alguna fechoría para quién se negara a entregar duces.
¿Ángeles o demonios? ¿ramo de flores o guadaña? ¿bendiciones o fechorías? ¿ángeles de Dios o almas en pena? ¿una sana costumbre provinciana o una costumbre impuesta y comercial?

No permitamos que el miedo de brujas y calaveras sea más importante que la alegría. ¿O acaso no sería mucho mejor que, al abrir nuestras casas, en vez de demonios nos encontremos con angelitos que nos digan: “Ángeles somos, del cielo venimos, trayendo regalos. Colación, colación, su bendición”.


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