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Los Signos de la Ordenación Episcopal

La imposición de las manos –es el signo- por el que el candidato recibe el don singular del Espíritu Santo constituyéndolo obispo servidor de la Iglesia. La imposición, por parte de los demás obispos, manifiesta que entra a formar parte del orden de los obispos como cuerpo eclesial. Se destaca así que pasa a ser miembro del colegio episcopal y que esta gracia tiene una radical gracia comunitaria de colegialidad afectiva y efectiva.
Es el Espíritu Santo quien viene sobre el sacerdote y lo capacita para este oficio de amor que es el episcopado.
La liturgia ilustra este servicio episcopal con signos ricos en su lenguaje simbólico.
-          El Aceite del Espíritu Santo unge y perfuma la cabeza del nuevo obispo, para que la unción perfumada del Espíritu descienda sobre el cuerpo de la iglesia que el Señor le encomienda.
-          El Evangelio abierto sobre la cabeza se convierte en casa donde vivirá en intimidad con la Palabra y sometido a ella transmitirá solo palabras de vida eterna.
-          El Anillo en la mano derecha, signo de fidelidad, tiene la fuerza expresiva de unir la vida con Cristo y su esposa, la Iglesia.
-          La Mitra recuerda que debe destacase con el resplandor de la santidad en coherencia con el don recibido.

-          El Báculo, signo del ministerio episcopal, recuerda la imagen evangélica del buen pastor que da la vida por sus ovejas, y que no vino a ser servido sino a servir. Cómo pastor deberá caminar delante del pueblo para indicar el camino, en medio de él con su cercanía y misericordia, y en ocasiones deberá caminar detrás para ayudar a los rezagados, sobre todo porque el rebaño mismo tiene su olfato para encontrar nuevos caminos.



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