Ir al contenido principal

Los Signos de la Ordenación Episcopal

La imposición de las manos –es el signo- por el que el candidato recibe el don singular del Espíritu Santo constituyéndolo obispo servidor de la Iglesia. La imposición, por parte de los demás obispos, manifiesta que entra a formar parte del orden de los obispos como cuerpo eclesial. Se destaca así que pasa a ser miembro del colegio episcopal y que esta gracia tiene una radical gracia comunitaria de colegialidad afectiva y efectiva.
Es el Espíritu Santo quien viene sobre el sacerdote y lo capacita para este oficio de amor que es el episcopado.
La liturgia ilustra este servicio episcopal con signos ricos en su lenguaje simbólico.
-          El Aceite del Espíritu Santo unge y perfuma la cabeza del nuevo obispo, para que la unción perfumada del Espíritu descienda sobre el cuerpo de la iglesia que el Señor le encomienda.
-          El Evangelio abierto sobre la cabeza se convierte en casa donde vivirá en intimidad con la Palabra y sometido a ella transmitirá solo palabras de vida eterna.
-          El Anillo en la mano derecha, signo de fidelidad, tiene la fuerza expresiva de unir la vida con Cristo y su esposa, la Iglesia.
-          La Mitra recuerda que debe destacase con el resplandor de la santidad en coherencia con el don recibido.

-          El Báculo, signo del ministerio episcopal, recuerda la imagen evangélica del buen pastor que da la vida por sus ovejas, y que no vino a ser servido sino a servir. Cómo pastor deberá caminar delante del pueblo para indicar el camino, en medio de él con su cercanía y misericordia, y en ocasiones deberá caminar detrás para ayudar a los rezagados, sobre todo porque el rebaño mismo tiene su olfato para encontrar nuevos caminos.



Comentarios

Entradas populares de este blog

La Comunicación Interpersonal: Aspecto No Verbal

La comunicación no verbal se realiza a través de multitud de signos: imágenes sensoriales*, sonidos, gestos, movimientos corporales, etc. Generalmente, acompaña, completa, modifica o sustituye al lenguaje verbal. Cuando hablamos, otras señales acompañan a nuestras palabras, aunque no seamos muchas veces conscientes de ello. Estas señales son la entonación, las pausas, los gestos, las posturas, etc. Incluso podríamos decir que en una conversación cara a cara el componente verbal es un 35% y un 65% es comunicación no verbal. Este 65% de elementos no lingüísticos que acompañan a la comunicación verbal pueden desempeñar varias funciones en el proceso de la comunicación. Pueden confirmar o reforzar lo que dicen nuestras palabras , como ocurre cuando decimos “ Sí” y movemos la cabeza de arriba abajo. En otras ocasiones, pueden contradecir lo que se está diciendo , como cuando reaccionamos ante un chiste que nos parece muy malo con la expresión ¡Qué gracioso! Utilizando una determinada

"Comunicación Animal y Lenguaje Humano"

La observación del comportamiento de los animales demuestra que poseen un código específico de señalización. Se trata de un sistema de comunicación altamente desarrollado. Por ejemplo, las diversas posturas corporales para indicar agresividad o sociabilidad, los diferentes gritos y los cantos de las aves, en distintos niveles, permiten hablar tanto de comunicación gestual como de comunicación vocal. Sin embargo, no puede hablarse de lenguaje animal, porque faltan las condiciones fundamentales de una comunicación propiamente lingüística. Si se observa la danza de las abejas cuando, después de haber libado, regresan a su colmena, puede constatarse una comunicación gestual. En efecto, cuando una de ellas descubre una fuente de alimento, ejecuta ante los demás habitantes de la colmena, una danza que indica el exacto emplazamiento de la flor de donde vuelve. Poco tiempo después, llegan las otras abejas a la misma flor. Estas danzas que disponen de dos componentes esenciales, como los

6 de enero: San Baltazar

San Baltazar, el rey de oscura tez que fue testigo del nacimiento de Cristo, tiene sus devotos en Goya y, como cada 6 de enero, se reúnen para honrarlo en casa de la familia Piriz. La imagen de Baltazar está tallada en madera y tiene más de 300 años, aunque  no se sabe con certeza de dónde provino ni cuándo comenzó esta devoción en nuestra ciudad.  Lo cierto es que en 1926 la imagen fue donada a los herederos de don Alberto Morales y estos, allá por 1950, la entregan a Polonia Oviedo de Piriz para dar continuidad a una tradicional devoción popular. Así, a través de varias generaciones, “los Piriz” llevan adelante esta misión desde hace más de 70 años. La fiesta al “santo moreno” tuvo sus años gloriosos pero actualmente está en notable descenso su popularidad. Por eso, con el propósito de avivar la llama de la fe y preservar esta manifestación cultural, la municipalidad de Goya a través de la dirección de Cultura la declaró “de interés cultural” en 2006 y contribuyó con la realiza