Rolando Camozzi Barrios, oriundo de San Luis del Palmar
(Corrientes), desarrolló en Goya actividades vinculadas al periodismo y las
Letras, como así también la docencia, siendo catalogado como el “líder de la
generación Estrada”. Este sacerdote que se define como “un sembrador de fe”,
debió exiliarse en 1976 y es desde esa época que reside en Madrid (España).
Luego de dos años vuelve a Goya con el propósito de
presentar “Con un signo de muerte entre las manos”, compendio de su poemario,
escrito a lo largo de 30 años. En esta ciudad se lo recibió en la Casa de la
Cultura el martes 18 de agosto a las 20 y a salón lleno con selecta
concurrencia. En tanto, mañana jueves 20 se realizará en la capital
correntina una segunda presentación, esta vez será en el Centro Cultural
Universitario (Córdoba esquina 9 de Julio) a partir de las 19.30.
Contiene los 10 libros hasta ahora editados de poemas de
Rolando Camozzi Barrios con la crítica profunda del profesor José Erasmo Gauto que, en su
análisis, divide el corpus en dos grupos: uno de característica identitaria
local y otro de estilo antropológico inquisitivo hacia las grandes respuestas y
las grandes perspectivas que abre una pregunta sobre el ser humano.
Daniel Lesteime - Rolando Camozzi Barrios - José Erasmo Gauto |
Cabe destacar
también que el título de la obra (“Con un signo de muerte entre las manos”) está
de algún modo presente en el segundo terceto de la primera parte de su libro “Transparencia
del hombre”; título irónico pues, como el mismo autor lo dijera, “el hombre
nunca es transparente, es complicado, complejo, y tiene pozos de oscuridad y
cimas de luz”. Es oportuno agregar que en 1976 en España, “Transparencia
del hombre” ganó el premio Juan Boscán,
al cual accedieron figuras importantes de la generación del 37 española como
Miguel Hernández y Gerardo Diego.
Acerca del título de esta obra integral de sus poemas,
Camozzi Barrios explicó:
“La interpretación del título de la obra (“Con un signo de
muerte entre las manos”) es simbólica porque la “M” de la mano puede significar
muchas cosas, pero utilizo un signo visible para dar un significado
trascendente. Porque la muerte es una situación límite, y todas las situaciones
límites al mismo tiempo que indican un término abren el interrogante sobre el comienzo
de algo. ¿Termina realmente con este signo fundamental de la muerte?, ¿qué es
lo que termina?, ¿qué es lo que morirá de nosotros cuando morimos, o es que ya
hemos muerto a muchas cosas?, ¿cuántas muertes llevamos encima? Es todo un tema
antropológico que nos permite reflexionar seria y decididamente sobre la
realidad del hombre, pero nos deja abierta la otra posibilidad: ¿es que el
tiempo del hombre es solo este tiempo; o es que el corazón del hombre no se
resigna con la muerte de los seres que quiere?, ¿o es que nunca queremos que mueran los seres
que queremos? La perspectiva de la muerte abre grandes preguntas y nos plantea
no solo problemas antropológicos personales sino además sociales. Si miramos la
realidad de un término de situación límite o de frontera, si miramos esa
situación en sentido social encontramos que si no existiera una respuesta mejor
después de la muerte, solo estas respuestas de nuestra vida, entonces habrá
inocentes que nunca recibieron justicia, habrá seres marginales siempre
pisoteados que en la vida nunca tuvieron oportunidades, habrá sangre inútilmente
derramada que no condujo a ninguna parte sino al acomodo a veces o a la
traición. Por tanto, todo esto plantea el problema de la justicia. ¿Hay
justicia real en esta historia, hay realmente justicia para todos los hombres, especialmente
para aquellos pequeños del evangelio que nos dice justamente Jesús? Esto, si no lo resolvemos personalmente en
nuestra vida quedará como duda, como perspectiva, porque esto incide en el modo
de vivir. Si yo sigo pensando que es este tiempo que me devora el (único) que
existe, entonces trataré de aprovecharlo al máximo y jorobar al prójimo como
pueda. Si en cambio pienso que habrá justicia, que Dios hablará por los débiles,
que para eso vino a anunciarnos Cristo su palabra y a entregar su vida,
entonces mi vida nunca puede ser la misma…, será distinta. Será comprometida.
Será un tiempo en donde sienta al otro como un Tú, y entre con él en un diálogo
de corazón a corazón en la palpitación cotidiana de la existencia de la vida.
Por tanto, esto es lo que quiero expresar con el sentido de “Con un signo de muerte
entre las manos”; que creo sintetiza la totalidad de mi búsqueda. A veces no se
reflejará mucho en la poesía, porque esta no es un hecho racional sino
vivencial, emotivo. Por tanto en el fondo siempre estará esa búsqueda, esa
inquisición, esa experiencia que tantas veces uno se pregunta: ¿Por qué? ¿Para
qué? ¿Hacia dónde? ¿Cuál es el camino? ¿Hay caminos o hay laberintos?...”.
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