La noche inaugural de la Fiesta Nacional del Surubí tuvo su
broche de oro con Soledad Pastoruti.
“El huracán de Arequito”, como también se la conoce,
continúa festejando en los escenarios sus 20 años de trayectoria con la música.
Veinte incesantes años traducidos en numerosos discos propios, otros tantos
compartidos y múltiples participaciones en trabajos de otros grandes artistas.
Además de brindar su talento junto a músicos de talla internacional y llegar a
la pantalla grande, la Sole fue elegida para cantar frente al Papa Francisco,
en ocasión de la Jornada Mundial de la Juventud celebrada en Río de Janeiro
(Brasil). “Nunca había cantado para tanta gente y para alguien que, si bien yo
conocía, se convirtió hoy en una figura a nivel mundial de un modo muy especial”,
confesó en una charla que mantuvimos al término de su paso por el escenario
mayor Juan Melero. Aclara sin embargo que su presencia allí no era artística: “…está
bien que tuve la oportunidad gracias a ser Soledad para estar allí pero pasaba
por otro lado, era otra cosa, más que nada personal, religiosa…Yo no fui como “Soledad”
y fue muy emocionante lo que ocurrió en todos esos días que estuvimos”. En tono
de relato y como quien piensa en voz alta, comentó emocionada: “Me acuerdo que
estuvimos recorriendo algunas zonas de la ciudad y vimos que la gente se
agolpaba en una esquina, dijimos parece que va a pasar el Papa, frenamos para
verlo también nosotros de cerca, todavía no habíamos cantado y, cuando la gente
vio que yo andaba con mis dos chiquitas,
la más pequeña tendría unos 5 o 6 meses, enseguida me dieron un lugar adelante
para que, si él pasaba, la pudiera bendecir. Eso me llamó mucho la atención y
ese espíritu se vivió en toda la ciudad”.
Su relación con el Chamame
Soledad no tiene problemas en afirmar que “de las artistas
del folclore más populares soy una de las que más aborda el género”, y pensar
que en sus inicios, allá en tiempos de infancia, debió alejarse del género.
¿Por qué? Ella lo cuenta así: “con el chamamé prácticamente que inicio mi amor por
el folclore. Uno de los primeros temas que aprendí de muy pequeña era “Apurate
José” - con el recitado y todo, destaca- pero con el paso del tiempo, aunque no
cantaba igual a Teresa (Parodi) mucha gente me decía que yo la imitaba. Por
eso, para evitar esta comparación constante, me alejé del género; sin saber que
yo me iría a convertir en alguien famosa o conocida. Pero de chiquita tomé esa
decisión. Pasó el tiempo hasta que conocí a Juan José Castelli, que ahora es mi
acordeonista y él me trajo con su instrumento un montón de recuerdos y
canciones que, si bien yo había cantado, no eran frecuentes en mi repertorio y
empezamos a tener otro contacto con la música del litoral, no solo el chamamé.
Por otra parte, el Festival del Chamamé también me permitió volver a esos
tiempos y a reinventarme con el chamamé”.
Definir al chamamé, aunque pareciera que resulta sencillo,
no lo es. Siquiera etimológicamente. “Chamamé: música, canto, alma y voz de mi
gente… “, reza parte de la glosa que da pie a la obra musical “Néike chamigo”.
Esta línea conceptual traspasa el horizonte meramente musical. Pastoruti lo
entiende en esta línea. “Siento que el chamamé es mucho más de lo que uno interpreta, va más allá de lo
musical. Es mucho más profundo de lo que parece y tiene además una verdad
escondida en sus letras que tiene que ver con la vida de las personas que están
acá con su realidad cotidiana. Ustedes tienen una música muy propia, especial,
que solamente se siente de manera muy profunda en esta tierra, y esto no quiere
decir que en otros lugares no la disfruten o no la sientan, pero acá es como
una religión. Cuando comienzan a sonar los primeros acordes la gente ya se
emociona, se le pone la piel de gallina, entra en otro estado y eso es algo que
a mí me atrae mucho. Respeto muchísimo el género; y la verdad que me perdonan acá que lo interprete
(risas), pero ciertamente es para mí un privilegio muy grande”, concluye la
cantante.
La charla prosiguió con agradecimientos y recuerdos de sus
anteriores pasos por Goya. Afuera de camarín la esperaba un grupo de fans, y
entre fotos y autógrafos fue emprendiendo su regreso, dejando atrás un
auditorio exultante. Por mi parte, me mezclé entre los últimos que abandonaban
el predio. Todos eran comentarios del show. Un grupo de jóvenes pasó presuroso
a mi lado, uno de ellos silbaba: “A mi Corrientes porâ, en donde te conocí…”.
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