INTRODUCCIÓN
La historia del arte es la historia de las
obras de arte.
Es proceso, por lo que en ella es muy
importante la tradición. Como consecuencia pertenece al campo de las
humanidades.
La historia del arte tiene un objetivo preciso:
interpretar las obras artísticas, es averiguar su significado. Lo
verdaderamente importante es tener en cuenta que una obra no es algo aislado,
sino que constituye un eslabón de una cadena. En definitiva, lo que se hace hoy
tiene en cuenta lo que se hizo ayer, ya sea para respetarlo o para rechazarlo,
y además está preparando lo que vendrá más adelante, pues nada se crea desde
cero, sino que todo surge a partir de algo.
La obra de arte es la auténtica protagonista
de la historia del arte.
No existe un criterio que, como la técnica o
la forma, ayude a establecer qué es o no una obra de arte. Pues objetos muy
diversos pueden serlo. Sin embargo, sí hay algo que comparten todas las obras
artísticas: su doble valor estético e histórico.
En relación a lo primero, una obra provoca en
el espectador una experiencia que a través de los sentidos nos traslada a una
realidad diferente a la nuestra.
Sin embargo es el valor histórico lo que
realmente distingue a una obra de arte de otra que no lo es.
El valor histórico de una obra consiste en su
capacidad de hacer del pasado algo vivo, pues lo vincula con el presente y con
el futuro.
Desde el momento que surge la humanidad, por su
necesidad de expresarse, lo hace también el arte. Esto ocurre en la prehistoria
(35.000 a 3000 años antes de Cristo) concretamente en el Paleolítico Superior.
Los animales pintados en las paredes de las
cuevas paleolíticas son muy parecidos a los de verdad, aunque no exactamente
iguales, ya que se muestra de ellos solo lo esencial a través de unas cuantas
lineas rellenas después con color. Por tanto, ya desde entonces el arte tiene
en cuenta la realidad.
Pero también, todo depende del objetivo
concreto que persiga el artista. Por ejemplo, al principio de todo, el arte
cumple una función mágica.
La falta de recursos no es ningún obstáculo. La
técnica no es la principal diferencia entre ellos, los ancestros, y nosotros,
lo que nos separa es más bien la manera de pensar. Por lo que la historia del
arte no se basa principalmente en el cambio de las técnicas, sino de las ideas.
La Edad Antigua abarca aproximadamente desde
el tercer milenio antes de Cristo al siglo 5 después de Cristo. Es cuando
realmente comienza el arte como proceso continuado, estableciéndose unos
principios constantes que obedecen a una concepción teocrática. Se forja si un
arte paleocristiano.
LA EDAD ANTIGUA
ARTE EGIPCIO
El arte egipcio está condicionado en primer
lugar por su paisaje, en donde el río Nilo y el sol ofrecen una estructura
natural simple y regular.
Desde el punto de vista religioso todo gira en
torno a la creencia en la vida eterna, justificada por el carácter permanente y
cíclico de las inundaciones del Nilo.
La preocupación de los antiguos egipcios por
alcanzar la inmortalidad se basa en la relación que entablan entre cuerpo y
espíritu.
La función del arte egipcio es demostrar que la
vida sigue después de la muerte, al igual que tras la sequía viene la
fertilidad, gracias al río Nilo.
Arquitectura
El afán por superar con éxito el trance de la
muerte determina que la arquitectura egipcia sea un complemento de la
estructura natural del país y ofreces y exprese el constante peregrinar del
hombre.
Sus principales tipologías son las tumbas y
los templos.
La pirámide escalonada da paso a la clásica
que con un tamaño imponente y con gran solidez responde a una estructura
métrica pura y simple con su base poligonal y sus cuatro caras laterales
triangulares elevadas hasta coincidir en un vértice.
Posee dos funciones: una práctica, pues sirve
como tumba del faraón, y otra simbólica, pues se refiere al sol en su momento
de mayor esplendor, cuando equivale a la luz divina.
La pirámide clásica forma parte de un complejo
arquitectónico al servicio del ritual funerario que el faraón necesita para
realizar su viaje de ultratumba.
Escultura y Pintura
La imagen desempeña en la tumba y en el templo
una función religiosa muy importante, pues hace posible que el ka o doble se mantenga vivo. En
definitiva la imagen sigue teniendo un poder mágico.
Para poder desempeñar su cometido funerario
las imágenes egipcias se atienen a un sistema de normas que respeta la
tradición y rechaza cualquier novedad. Se trata de un canon de proporciones qué
consiste en establecer unas medidas de longitud basada en la observación del
cuerpo humano. El resultado final es un cuerpo humano dividido en 18 unidades
desde la planta del pie hasta el nacimiento del pelo en la frente.
La figura humana de frente o de lado pero
nunca oblicua por lo que todo se resuelve en un espacio plano y no profundo.
En la escultura, el resultado es una estatua
para ser vista de frente. Limita las posturas a dos:
·
de pie con la
pierna izquierda más adelantada que la otra, y
·
sedente,
tanto en un trono en el caso del faraón, o en el suelo si es un funcionario.
ARTE MESOPOTÁMICO
Unos 4.000 años a.C., en la región de Asia
enmarcada por los ríos Tigris y Éufrates, comenzó a gestarse la historia de la
civilización sumeria.
El término Mesopotamia significa, en griego,
“entre ríos”. La Mesopotamia asiática se encuentra en lo que hoy es Irak.
Debido a estos dos ríos, las tierras de la región se caracterizaban por su alto
grado de fertilidad.
Arquitectura
El templo es la principal tipología
constructiva del pueblo sumerio. Recibe el nombre de zigurat y su estructura se
deriva de las limitaciones que impone el ladrillo, un material poco resistente.
En la arquitectura usaron el adobe como
material constructivo. Para ocultar el adobe, lo revestían con cerámica
vidriada con motivos florales, geométricos o con escenas de caza y guerra.
También aquí la imagen posee un gran valor
religioso como en Egipto. Pero con algunas diferencias. Mientras que los
egipcios no distinguen entre lo humano y lo divino para asegurar la
inmortalidad, en sumer se establece una tajante distancia entre dioses y fieles
para reflejar, además, que el destino del hombre es el tormento infernal y no el
mundo divino.
La pintura fue
solamente decorativa.
ARTE GRIEGO
Apenas pocos siglos después que los sumerios
construyeran su primera civilización en la Mesopotamia, alrededor del año 3.000
a.C., otra surgió en el norte de África, a orillas del río Nilo. Se trata del
antiguo Egipto que, gracias a las aguas de este río, se convirtió en uno de los
más brillantes pueblos de la antigüedad, pese a estar situado en una de las
zonas desérticas del planeta.
Arquitectura
Las pirámides egipcias eran monumentos
funerarios. La mayoría tiene una estructura interior realizada como una
pirámide escalonada que luego se rellenaba para lograr su forma definitiva.
Para hacerlas empleaban bloques de piedra.
Se conoce como arquitectura clásica al estilo
desarrollado por los griegos primero, y por los romanos después. Prácticamente
todos los edificios griegos tenían un techo triangular y columnas de varios
estilos (dórico, jónico y corintio), tan sencillas como contundentes.
Lamentablemente, muchas de las principales construcciones no sobrevivieron,
como los templos de Zeus y Artemisa. En cambio, en la actual Grecia se pueden
visitar las ruinas de la Acrópolis y el Partenón, entre otras.
Pintura
El fresco y el bajorrelieve –con pigmentos
naturales y yeso- fueron dos tipos de arte plásticos ejercido por los egipcios,
con fines funerarios y religiosos. Aunque también registraron escenas de la
vida cotidiana.
Se distinguen tres períodos en la pintura de la
Antigua Grecia: el arcaico, con sus templos dóricos y jónicos; el clásico, que
incluyó el estilo corintio, y el helenístico, definitivamente corintio. Entre
otros pintores, se destacaron Polignoto, Apeles y Parasio.
Escultura
Durante el siglo de Pericles, que gobernó
Atenas entre 490 y 429 a.C., la escultura de mármol encontró su mejor
expresión. Entre los principales escultores cabe mencionar a Fidias, autor de
las estatuas de Zeus en Olimpia y de Atenea en la Acrópolis; Poli cleto fue
autor de Doriforo, la estatua de un joven soldado; y Midón, que se especializa
ba en el uso del bronce.
Cerámica
Esta es otra área artística desarrollada por
los griegos, que se puede rastrear en los hallazgos arqueológicos. La cerámica
se decoraba con motivos abstractos o dibujos de la vida cotidiana de Grecia. El
ánfora y la vasija son algunas de las piezas clásicas de este época.
Inventos: La Geometría
En la época de las ciudades-estado, filósofos
y eruditos como Tales de Mileto reunieron los principios matemáticos de la
antigua Mesopotamia y Egipto para inventar la geometría (en griego, geo
significa Tierra, y metron, medida). La obra que perfiló el área fue escrita
por el matemático Euclides de Alejandría, nacido c. 300 a.C., autor del tratado
de geometría conocido como Elementos.
ARTE ROMANO
Los romanos conciben el arte como un medio de
hacer propaganda del poder político.
Arquitectura
La aportación artística más importante de los
romanos es la arquitectura, tanto en lo práctico como en lo teórico. En este
último aspecto destaca Vitrubio, que, perteneciente al siglo I a.C., es el
autor del único tratado que nos ha llegado desde la antigüedad, titulado “De Architectura” y compuesto de 10
libros, con una influencia enore en el Renacimiento italiano.
ARTE PALEOCRISTIANO
El arte paleocristiano es el realizado por los
primeros cristianos aproximadamente durante los cinco siglos iniciales de
nuestra era.
Pintura
La única contribución cristiana destacada de
los tres primeros siglos de nuestra era son las pinturas que se encuentran en
las catacumbas. Éstas son cementerios cristianos subterráneos con carácter
comunitario que surgen aproximadamente en el siglo II y están vigentes hasta
finales del siglo V o principios del VI cuando se convierten en lugar de
peregrinación para después ser olvidadas durante la Edad Media.
Mucho
antes que en la escultura y en la arquitectura, los primeros temas cristianos
aparecen en las pinturas de las catacumbas, aunque tarde, aproximadamente en el
siglo II, debido que al principio no se admite la imagen de Dios por temor a la
idolatría. La función de la imagen en estos momentos es solo funeraria y no
doctrinal. El tema central es Cristo como Salvador de los hombres en su
victoria sobre la muerte. Sin embargo, su figura aún no interesa desde el punto
de vista histórico, sino el simbólico, con motivos gráficos (letras griegas y
latinas), animales (como el pez y el cordero) o antropomorfos (Cristo pescador
de almas y el Buen Pastor). Surgen así los temas más antiguos del cristianismo,
que desde el principio quieren ser fácilmente inteligibles. Tuvo que pasar
mucho tiempo, prácticamente hasta finales del siglo III o principios del IV
para que se representara la persona de Cristo, lo que fue muy discutido a raíz
de la doctrina de la Encarnación.
Dentro del repertorio gráfico se encuentra el
monograma de Cristo, que, llamado crismón, es el resultado de entrelazar las
dos primeras letras de la palabra griega Khristos
(XP). Suele flanquearse por la primera y la última letra del alfabeto griego (Alfa
y Omega), para indicar que él es el principio y el fin. Después el monograma
griego se sustituye por las abreviaturas latinas J.H.S., que se refieren a
Jesucristo. En cuanto a los animales, Cristo se identifica con el pez, pues
esta palabra en griego presenta las iniciales de la expresión “Jesucristo Hijo
de Dios redentor” y, además, igual que el pez baja a las profundidades de las
aguas Cristo lo hizo a la vida mortal y allí permaneció sin pecado, como señala
San Agustín. Si el pez aparece junto a un cesto de pan alude al sacramento
eucarístico según el milagro de la multiplicación de los panes y los peces. Por
el contrario, si está al lado de un ancla ambos se refieren a la cruz, una
relación que ya estableció San Pablo y que anuncia una esperanza de salvación.
Así mismo, Cristo es el Cordero de Dios qué equivale a la muerte y a la
resurrección: un cordero sujeta la cruz o el estandarte que indica que ha
vencido a la muerte, de modo que un cáliz recoge la sangre que brota de su
pecho. Las fuentes de este tema se encuentran en el Antiguo Testamento (Isaías),
en el Evangelio de San Juan y en el Apocalipsis.
El pez y el cordero son el punto de partida
para las representaciones humanas de Cristo, que, basadas en metáforas bíblicas
no tienen en cuenta aún la realidad.
Sea cual fuere el tema, siempre estás pinturas
tienen como principal objetivo transmitir una idea, la de la salvación, por lo
que desdeñan reproducir lo real con exactitud. De ahí que las figuras sean
planas, lineales e inexpresivas, sin ningún interés por aprovechar los avances
helenísticos para imitar la naturaleza.
Arquitectura
A partir del año 313 comienza verdaderamente
la arquitectura cristiana con una tipología que a partir de entonces será la
principal durante muchos siglos, se trata de la Basílica.
Si un templo conserva los restos de un santo,
estos se guardan en la cripta, bajo el presbiterio.
Con el nacimiento de la arquitectura
cristiana, la Iglesia da a las imágenes una función didáctica, pues son muy
útiles para transmitir la doctrina a quienes no saben leer ni escribir. Es
entonces cuando se crea una tipología de Cristo de acuerdo con la realidad y
también con el dogma eclesiástico.
Para asegurar su fin didáctico, la nueva
iconografía cristiana recurre a un estilo claro y sencillo que, fijándose sólo
en lo esencial, pretende evitar la distracción y ser fácilmente inteligible
para captar el mensaje de la Iglesia
LA EDAD MEDIA
ARTE BIZANTINO
a) Marco histórico
Con el término bizantino se designa el Imperio
romano de Oriente, que se desarrolla desde fines del siglo IV (395) hasta el
siglo XV (1454). Su
origen se remonta al año 323, cuando Constantino traslada la capital imperial
desde Roma a la ciudad griega de Bizancio, que, fundada en el siglo VII a.C.,
cambia su nombre por el de Constantinopla (hoy Estambul).
Sistema teocrático. Se concibe como reflejo del mundo celestial, por lo
tanto si sólo hay un Dios también sólo hay una autoridad: el emperador, quien
además de afirmar su soberanía tiene que propagar y defender la fe.
Siglo
VI: hasta ese momento el mundo paleocristiano y el bizantino tienen muchos
puntos en común, pues sus objetivos fundamentales son los mismos aunque los
resuelvan de modo diferente.
Su fuerza cultural, siempre basada en lo religioso.
b) Arquitectura
la basílica o templo es la principal tipología.
Estructura: Adoptan la forma de un rectángulo con tres naves y un
cuadrado en el centro, (Santa Sofía, Constantinopla), o de cruz griega con tres
naves (La Rotonda).
La planta central se cubre con cúpula.
Novedad: La principal es la planta central con varias naves y cúpula. La
central para los sacerdotes. Las adyacentes y las tribunas situadas sobre
éstas, son para los fieles.
La
decoración, con mosaicos de colores brillantes que revisten los muros a base de
teselas de vidrio, oro y plata.
El templo bizantino es la imagen del universo: mientras las partes
inferiores representan la tierra, la cúpula equivale al cielo, por
ser la zona más alta y más iluminada gracias a las ventanas que se abren en
ella y que irradian los rayos divinos hacia abajo.
c) Pintura
La pintura bizantina refleja el absoluto predominio de la religión en la
vida social y política del Imperio oriental.
El conflicto empieza en el año 730, cuando el emperador León III
(675-741), prohíbe las imágenes por considerar que incitan a la idolatría.
Estos motivos se sustituyen dentro del templo por otros profanos, como el
retrato del emperador, carreras de caballos, escenas de caza y guerra,
vegetales y animales.
La
prohibición tiene importantes repercusiones sociales, políticas, económicas y
religiosas. Entre los más perjudicados están los monasterios, porque la
producción de imágenes religiosas es para ellos una fuente de ingresos
primordial.
Esta situación termina en el año 843, cuando los destructores de
imágenes son derrotados por los ortodoxos, que a partir de entonces determinan
la esencia del arte bizantino. Las imágenes vuelven a ser admitidas, aunque
ahora con un nuevo valor: ya no sólo son didácticas, sino sobre todo sagradas.
De este modo, las pinturas de los templos son un reflejo de lo divino, con el
poder de elevarnos al más allá. Por ello se dictan normas iconográficas y
formales que sólo se refieren a los mosaicos y a las pinturas, pues la
escultura no fue considerada por la Iglesia oriental.
Entonces se limita la libertad del artista, ahora obligado a ajustarse a
unos temas ya fijados por la tradición antigua y a un estilo idealizado, lo que contribuye a conservar el legado
clásico pero, al mismo tiempo, impide que el arte bizantino evolucione como el
occidental.
Los temas más importantes son el Cristo
Pantocrátor, la Virgen María, las grandes fiestas cristianas, los santos y
el Juicio Final.
Cristo Pantocrátor, es la figura principal. Se sitúa tanto en el centro
del ábside como de la cúpula, mirando hacia abajo desde el cielo (Iglesia de
Daphni, cerca de Atenas). Así se expresa que Dios, presente en toda la
humanidad, es señor y juez de todas las cosas. Puede estar acompañado por los
cuatro evangelistas o sus símbolos (tetramorfos), el león para San Marcos, el
toro para San Lucas, el águila para San Juan y el hombre para San Mateo
(Catedral de Goya).
La nave central se destina a María, el ciclo de la salvación con escenas
de la vida de Cristo en la tierra y con la secuencia de las fiestas del año
cristiano, como la Ascensión o Pentecostés. Las naves laterales se ocupan con
escenas de santos, siempre que no se trate del titular del templo.
EL ARTE ISLÁMICO
Mahoma nace en la Meca hacia 570 y allí recibe la revelación de Dios por
medio del arcángel Gabriel, quien le encarga unificar a las tribus árabes
predicando una nueva doctrina política y religiosa que pretende salvar a los
hombres del castigo eterno a través del culto a un solo Dios: Alá.
A su liderazgo religioso y político, suma carácter militar. La noción de
guerra santa promete el Paraíso a quien muera luchando por esta causa.
Desarrolla el concepto del Islam, que significa sumisión o rendición
incondicional a Dios. El musulmán es el que se somete a su voluntad, revelada
por Mahoma en el Corán. Este libro constituye no sólo el
fundamento religioso sino también civil de la sociedad islámica, pues incluye
su legislación, de manera que no se distingue entre lo espiritual y lo
temporal.
Tras su muerte en el 632, son sus sucesores (califas) quienes
inician una rápida expansión que pronto alcanza la frontera china por el este y
la península Ibérica por el oeste.
El califa es heredero del profeta y representante de Alá, con lo que
ejerce un gobierno monárquico y absoluto.
No hay clero ni sacramentos, sólo basta la oración. La palabra de Alá es
el único medio para salvarse. Como consecuencia, no se admiten las imágenes de
seres vivos con fines didácticos, razón por la que la escultura y la pintura no se desarrollan, aunque el Corán no
las prohíbe en ningún momento.
b) Arquitectura
El arte musulmán realiza su más importante contribución en la
arquitectura, con un estilo propio que se distingue tanto del romano como del
paleocristiano y bizantino.
Tipología: La mezquita es el edificio principal.
Se destaca: Los elementos arquitectónicos más importantes son el arco,
la columna y la bóveda.
Ante la ausencia de imágenes, la línea (arabesco) y el color asumen todo
el protagonismo, con diseños planos que se encajan geométricamente en
secciones rectilíneas. Se desarrollan tres motivos iconográficos: vegetales
(ataurique), geométricos (lacerías) y epigráficos (caligrafía). Sólo estos
últimos tienen un carácter verdaderamente religioso, pues se trata de
inscripciones que, con sus caracteres curvos o rectos, recuerdan con versículos
del Corán o con poemas que la única realidad es Dios.
Para decorar paredes y techos se recurre principalmente al yeso,
mientras que en suelos y zócalos se utiliza la cerámica, con azulejos o
alicatados.
ARTE ROMÁNICO
a) Marco histórico
El arte románico surge en Europa en el siglo X y culmina en los siglos
XI y XII.
Por sus tareas agrícolas y artesanales los monasterios
benedictinos se convierten en centros económicos independientes, pero también
en focos culturales de primera importancia, pues gracias a la copia de
manuscritos antiguos, a la pintura de miniaturas y a la redacción de crónicas
históricas el saber de esta época se pudo transmitir.
A fin de reestablecer la jerarquía y la disciplina perdidas, surgen en
Francia dos ramas de la Orden benedictina: la Abadía fundada en 910 por
Guillermo I el Piadoso (m. 918), duque de Aquitania, en Cluny; y la Orden del
Císter que, creada en 1098 en Citeaux, muy cerca de Dijon, alcanza sus mejores
logros con San Bernardo de Clairvaux (1090-1153).
Mientras los cluniacenses ponen la belleza al servicio de la fe, pues
nada es demasiado rico para el culto de Dios, el Císter opta por la máxima
austeridad, con lo que ambas concepciones se enfrentan durante el siglo XII.
Sin embargo, el rechazo cisterciense hacia lo decorativo, que supone suprimir
pinturas y esculturas, vuelca todos los esfuerzos en lo meramente estructural,
aportando ideas originales que constituyen la raíz del Gótico.
Las peregrinaciones como una consecuencia del culto a las reliquias, que
considera sagrado el cuerpo de un santo o los objetos relacionados con él,
repercute en el arte, pues genera nuevas exigencias arquitectónicas y una gran
producción de imágenes pintadas y esculpidas de la figura a la que se rinde
devoción.
b) Arquitectura
La arquitectura románica tiene en la iglesia su tipología más
característica.
Estructura: una planta rectangular con varias naves longitudinales,
siendo la central más ancha y más alta que las laterales.
Novedad: incorpora el crucero, la girola, los absidiolos y la torre. Con
la función de campanario para llamar a la misa y para guiar a los peregrinos
surge por primera vez en la iglesia la torre, que desde entonces es un elemento
imprescindible en la arquitectura eclesiástica.
En su alzado, la iglesia presenta en la fachada un vano circular
(rosetón).
Los edificios románicos se distinguen por el arco de medio punto y la
bóveda, con varios tipos: la bóveda de cañón, la bóveda de cuarto de esfera, la
bóveda de arista y la cúpula. La de cañón se usa en tramos rectos,
principalmente en la nave central.
c) Escultura y pintura
La imagen sigue cumpliendo un cometido didáctico muy importante que
exige un estilo claro y sencillo. Todo se reduce a lo esencial para mostrar lo
trascendente y no lo real. Por eso la imagen de Cristo crucificado no expresa
sufrimiento, y en vez de una corona de espinas lleva una corona real. Los temas
se organizan de manera jerárquica y simétrica.
Los iconos bizantinos, se reducen al Cristo crucificado y a la
Virgen. Cristo se concibe con carácter divino y no humano, pues, por ejemplo,
no da ninguna señal de sufrimiento en la cruz, a la que se sujeta por medio de
cuatro clavos, con los brazos rígidos y los pies separados, vistiendo una
túnica larga o un faldón desde la cintura hasta las rodillas, y con una corona
real y no de espinas en su cabeza. La misma falta de emoción se aprecia en la
Virgen, que, sentada, sostiene al niño que bendice o que lleva el libro en la
mano.
En la pintura mural se marcan mucho los contornos y el espacio es
plano, con falta de volumen y de profundidad, por lo que todo se reduce a lo
esencial para mostrar lo trascendente y no lo real.
Los
números asumen un valor simbólico: doce equivale a la Iglesia universal, pues
doce son los apóstoles y también es el resultado de multiplicar cuatro
(elementos materiales) por tres (Trinidad); siete es la suma de cuatro (cuerpo)
y tres (alma), por lo que ésta es la cifra de las virtudes, los sacramentos o
los planetas.
ARTE GÓTICO
a) Marco histórico
Iniciado en el siglo XII, el arte gótico alcanza su máximo desarrollo en
los siglos XIII, XIV y XV.
Surge un nuevo modelo de ciudad basado en el sentido comunal. Esto
explica que junto al edificio que representa el poder religioso, que es la
catedral, se construya ahora también el que encarna el gobierno civil, el
ayuntamiento.
Nacen las universidades. Estas desplazan a los monasterios como centros
del saber y la ciudad se convierte en foco cultural de la época.
Idea básica que constituye la esencia del Gótico: el hombre ha
encontrado a Dios y éste habita con él en la tierra, por lo que ya no es
necesario buscarlo como se hacía en el Románico.
En definitiva, en la arquitectura, escultura y pintura góticas, lo
divino se hace más humano.
b) Arquitectura
El Gótico surge a mediados del siglo XII en el norte de Francia, y en la
arquitectura tiene su protagonismo indiscutible.
La catedral es la principal tipología del Gótico en el siglo XIII
Estructura: nítida y de gran altitud. A diferencia del románico,
horizontal y cerrado, el espacio arquitectónico gótico es vertical y abierto. Se
mantiene la planta de cruz latina con varias naves (hasta cinco e incluso
siete).
Novedad: uso de vidrieras con cristales predominantemente rojos y azules
que tamizan la luz, que ahora equivale a la misma presencia divina. Es decir,
adquiere un sentido trascendente. Esto marca una diferencia con el románico.
Las Gárgolas: El contrafuerte sigue siendo fundamental, sirve de canal
para expulsar el agua de la lluvia a cierta distancia de las paredes, colocando
en su extremo unas bocas de desagüe en forma de figuras monstruosas (gárgolas).
c) Escultura
Desde mediados del siglo XIII hasta mediados del siglo XV la escultura
se desarrolla de manera notable.
Cumple la misma función didáctica que la románica, pero se expresa el
lado humano de Dios. Este estilo diferente con su vuelta a la naturaleza se
traducirá en imágenes esculpidas que empiezan a moverse y a sentir emociones, abandonando
el idealismo anterior para ser más convincentes.
La escultura tiene mayor presencia dentro del templo frente a la pintura
al fresco debido a que los muros se ahuecan para las grandes ventanas.
Es especialmente importante en los retablos, que suplen las pinturas de
los ábsides románicos.
Un
retablo es una obra arquitectónica que, normalmente de madera,
cubre el muro situado detrás del altar y se llena de imágenes, esculpidas,
pintadas o de ambos tipos. Su objetivo es captar la atención del fiel hacia el
presbiterio para darle a conocer las verdades sagradas e impactarlo
emocionalmente. Para ejercer su cometido didáctico, el retablo desarrolla
un programa iconográfico que se ajusta a unos criterios estables en su
organización.
d) Pintura del siglo XIV en Italia y el siglo XV en Flandes
Inicia tardíamente su desarrollo hacia la primera mitad del siglo XIV,
concretamente en Italia central.
Sin embargo, es en el seno del Gótico donde se establece la nueva orientación realista que la pintura
tendrá durante mucho tiempo, concretamente hasta finales del siglo XIX.
Esta nueva orientación surge debido a que la burguesía demanda muchas
obras pictóricas y además exige a los artistas la reproducción del mundo
visible.
Giotto (h. 1267- 1337) transforma completamente la pintura partiendo de
un objetivo: aplicar a la superficie pictórica el naturalismo. Sigue interesado
en mostrar lo divino, y al igual que las estatuas divinas son más humanas,
ahora las figuras pintadas también quieren tener esa apariencia, para lo cual
hay que situarlas en un espacio verosímil, lo que conlleva representar la
profundidad. Introduce la tercera dimensión, lo que logra a través del escorzo
y del juego entre luces y sombras.
El
escorzo, ya aparecido en la cerámica griega, obliga a alterar las proporciones
y a realizar ciertas deformaciones que llevan nuestra mirada hacia dentro. Por
su parte, la distinta intensidad de la fuente lumínica modifica los colores, lo
que aporta relieve y también profundidad, pues para lo lejano se usan tonos más
oscuros y para lo próximo otros más claros (Capilla de la Arena, Padua).
Novedad: Por primera vez en las escenas religiosas los personajes
realizan una acción que parece ocurrir de verdad delante de nosotros para
transmitir un mensaje espiritual que prescinde de lo anecdótico y se centra
sólo en lo importante.
Novedad: la firma de las obras. Hasta ese momento los autores de las
obras habían quedado en su mayoría en el anonimato. Desde ahora la Historia del
Arte se basará en los nombres de aquéllos que la hacen posible.
Novedad: Nace en el siglo XV la pintura flamenca, que ahora y en siglos
posteriores se distingue por su total inclinación al realismo.
LA EDAD MODERNA
EL SIGLO XV EN ITALIA –
RENACIMIENTO
a) Introducción
La Edad
Moderna comienza junto con el Renacimiento, en el siglo XV, en Italia.
En la
esencia del Renacimiento se encuentra un rechazo rotundo hacia todo lo medieval
y un afán de tender un puente directo con los griegos y los romanos.
Su
soporte filosófico es el Humanismo, que, con su visión racionalista y
antropocéntrica del mundo, coloca al hombre en el centro de todo, con lo que
ensalza la naturaleza frente a lo sobrenatural. Los humanistas, generalmente
pertenecientes a la burguesía acomodada y al margen de la Iglesia, son expertos
en las “letras humanas”, en contraposición a las divinas, por lo que rompen con
el enfoque teocrático imperante en el medioevo. Después de un largo período en
que el hombre se subordinaba en todo a Dios, ahora confía plenamente en sus
propias posibilidades y adquiere nuevos valores, como la autosuficiencia, los
méritos personales, las virtudes cívicas y la fama. Su nivel social ya no viene
impuesto de un modo hereditario, sino que depende de los logros individuales.
El
hombre, plenamente consciente de su capacidad moral e intelectual, asume la
misma función creativa para generar belleza y una vida digna, por lo que ya no
se siente inferior. Ahora éste casi alcanza a Dios, pues al crear se siente
grande como él. Esta confianza en sí mismo, unida al estudio de los textos
antiguos, hace posible el desarrollo de la ciencia experimental, como la
Geografía, la Astronomía y la Medicina. Se produce una nueva concepción del
mundo, del arte y del artista. Se impone así un enfoque racional, según el cual
todo, incluido el arte, es mensurable y revela la perfección celeste. Ésta
también afecta al hombre, que, hecho a imagen y semejanza de Dios, pasa a ser
el motivo principal para el artista. Éste aplica las matemáticas para
manifestar la nueva relación entre el hombre y Dios, de manera que el arte se
transforma en una actividad intelectual, pues se entiende como un proceso de
conocimiento objetivo, por lo que abandona el carácter artesanal que tuvo en la
Antigüedad y en la Edad Media. Por primera vez en Italia durante el siglo XV
las artes visuales obtienen el rango de artes liberales, concepto que se
remonta a Platón y se refiere a aquellas ramas del saber que, por fundarse en
lo teórico, corresponden a la educación de la nobleza, como las matemáticas, la
gramática, la retórica o la filosofía. El artista recibe también una sólida
preparación teórica, con lo que se empieza a considerar un hombre de ideas y,
por tanto, asciende desde el punto de vista social, con la conciencia de
recibir su creatividad como un don del cielo y, por tanto, de ser alguien
superior. Por ello firma sus obras, escribe tratados y poemas, o se independiza
de los gremios al aceptar de manera particular encargos que ya no provienen
exclusivamente de la Iglesia. La obra de arte se convierte entonces en el
producto de su mente, cuyo principal objetivo es imitar una realidad que, al
mismo tiempo, debe ser corregida para alcanzar el máximo grado de belleza. Lo
logra a través de formas perfectas e ideales, que se traducen en composiciones
cerradas basadas, por un lado, en la independencia de las partes para definir
nítidamente la geometría y, por otro, en un espacio según la simetría y las
proporciones humanas.
Surge un
mecenazgo que financia obras para su propio prestigio que ya no monopoliza la
Iglesia. Esto favorece que el artista se desvincule de la rígida estructura
gremial y entre en un nuevo sistema de mercado artístico basado en la
contratación permanente y en el encargo de obras según compromisos escritos.
Los
primeros grandes mecenas de Florencia son los Médicis, familia que, ligada a la
historia de la ciudad desde principios del siglo XIII, se dedica al comercio y,
a las finanzas. italiano y extendida al XVI en el resto de Europa, pretende
resucitar la Antigüedad grecolatina, tanto en su cultura como en sus valores
cívicos, por considerar que en ella el hombre alcanzó sus mejores logros en
todos los sentidos.
b)
Arquitectura y escultura
Tipologías:
la iglesia, el palacio urbano y la villa.
La
iglesia, desde que se creó en el mundo paleocristiano, sigue siendo la más
importante, aunque ahora sustituye el espacio longitudinal por el central.
El
palacio es una novedad que surge en la Florencia del siglo XV como consecuencia
de la cultura humanista y del protagonismo que ésta da al noble o burgués
enriquecido. Estos quieren mostrar su elevado nivel social y cultural, de ahí
las grandes dimensiones y la planta cuadrada con patio interior de dos pisos y
arcos de medio punto.
La villa
es una casa de campo que, situada en medio de la naturaleza, se concibe como un
cuerpo aislado y organizado geométricamente, igual que el jardín. Tiene origen
romano y considera que la belleza del paisaje es digno de contemplación.
Filippo Brunelleschi
(1377-1446) es el iniciador de esta nueva arquitectura y también del
Renacimiento, pues sus ideas llegan tanto a la escultura como a la pintura a
través de sus contemporáneos Donatello y Masaccio respectivamente.
El
espacio arquitectónico del Renacimiento, hace visible el orden cósmico. Esto
explica que sea geométrico, proporcionado, autónomo, centralizado, estático y
unitario.
La planta
idónea es la central, tanto de cruz griega como circular, esta última
considerada la más perfecta y, por tanto, la más divina. (La Rotonda).
Brunelleschi,
Donatello y Masaccio. Estos tres artistas producen en Florencia un arte
diferente que rompe definitivamente con lo medieval. Desde la primera mitad del
siglo XV hasta finales del siglo XIX.
Brunelleschi decide estudiar las ruinas romanas, entonces abandonadas y sin interés
para nadie, menos para él. Éste es el punto de partida para sus dos grandes contribuciones: recuperar
las formas clásicas y descubrir la perspectiva lineal. No pretende copiar
los edificios antiguos, sino extraer lo que hace a éstos diferentes con
respecto a los del Gótico: su sistema de proporciones fijas, que establece el
tamaño de cada uno de los elementos arquitectónicos clásicos, que, con su
carácter cerrado y limitado, él vuelve a utilizar después de haber estado tanto
tiempo olvidados. Pero lo hace libremente, para ponerlos al servicio de las
necesidades y del nuevo ideal de belleza de su época. En cuanto a la
perspectiva lineal, Brunelleschi llega a ella teniendo en cuenta los primeros
intentos de crear profundidad en una superficie plana por parte de la cerámica
griega, él consigue representar la realidad científicamente, basándose en leyes
matemáticas que determinan la disminución del tamaño de los objetos a medida
que se alejan hacia el fondo. Se trata entonces de medir racionalmente el
espacio según escala humana a partir de una premisa básica: todas las líneas
paralelas de la naturaleza convergen en un único punto de fuga, que, situado en
una línea de horizonte, corresponde al único punto de vista del espectador. La
introducción de la perspectiva lineal a principios del siglo XV en Florencia
cambia por completo el concepto de la pintura, pero también el de la escultura
y la arquitectura, que a partir de entonces recurren a las matemáticas para
ofrecer un espacio tridimensional y, por tanto, posible. Al aplicarlo en el
terreno constructivo, Brunelleschi
distingue entre invención, que es creativa, y la ejecución, completamente
mecánica. Según esto, el primer paso antes de levantar un edificio es
realizar el proyecto, en el que se solucionan todas las cuestiones
estructurales y decorativas, sin poder luego alterar nada a la hora de
llevarlas a la práctica. Impone así un método de trabajo que sigue vigente
hasta hoy y que tiene una consecuencia importantes: la obra deja de ser
colectiva para convertirse en algo individual (Cúpula de la Catedral,
Florencia). La columna establece las medidas de las demás partes del edificio y
su repetición a distancias iguales genera una sucesión de pequeños cubos
espaciales que proveen al edificio de profundidad y equilibrio, tanto en el
exterior (Fachada del Hospital de los Inocentes) como en el interior (Iglesias
de San Lorenzo y del Espíritu Santo).
Segunda mitad del siglo XV.
León Battista Alberti
(1404-1472), máximo exponente de la cultura humanista, realiza una doble
aportación teórica y práctica. Codifica todos los avances presentados antes por
Brunelleschi en cuanto a la perspectiva con
tres tratados sobre la pintura, la escultura y la arquitectura. En ellos expone
dos doctrinas fundamentales que constituyen el soporte teórico de todo el Renacimiento: la proporción y la belleza.
Define la proporción como la relación de las
partes con el todo y establece que los números que están presentes en los
intervalos musicales y que, por tanto, permiten la concordancia de los sonidos
son los mismos que generan la belleza que admiran los ojos.
Para él,
retomando a Vitrubio, la belleza es
la armonía de todos los componentes de una obra siguiendo la escala humana, de
manera que ni nada falta ni nada sobra.
Fija el
modelo de palacio señorial, que debe destacar por sus proporciones y disponerse
con una fachada de tres pisos, donde los órdenes se superponen para establecer
una red de elementos verticales y horizontales que imponen su marcado sentido
geométrico (Palacio Rucellai, Florencia).
La escultura es una ciencia, pero en
este caso de la representación tridimensional de los objetos, pues imita la realidad siguiendo unas
reglas establecidas. Se trata de pasar el modelo real de una escala a otra
manteniendo fijas las proporciones y dando prioridad al único punto de vista.
Con ayuda de métodos mecánicos de comprobación, como la regla y la escuadra, se logra una copia correcta de la otra
imagen que, por otro lado, requiere el uso de pequeños modelos tridimensionales
en barro, ahora indispensables. El
proceso consta de tres fases: primero se realizan dibujos que son estudios del
natural, después se construye un pequeño modelo de barro, cera o terracota y,
finalmente, se traslada el modelo grande, de igual tamaño que la obra
definitiva. Esta nueva concepción de la escultura comienza con Donatello
(1386-1466), quien rompe definitivamente con el pasado reciente.
Donatello,
al igual que Brunelleschi, aspira a un arte más fiel a la naturaleza. Para ello
estudia las formas reales del cuerpo humano. Lo primordial es concebir el
cuerpo humano como estructura articulada que implica movimiento, tanto con el
mármol (San Jorge) como con el bronce (David).
Su huella es seguida por Lorenzo Ghiberti (1378-1455), quien aplica la
perspectiva en el relieve, donde, con entrantes y salientes, las figuras se
unen con el fondo arquitectónico o paisajístico (Puerta del Paraíso,
Baptisterio, Florencia).
c)
Pintura
La pintura
en el siglo XV italiano también recibe una base científica a partir de la perspectiva lineal introducida por Brunelleschi.
Por ello, el espacio pictórico es profundo y las figuras ganan volumen gracias
a la relación entre luz y sombra, lo que realza los valores táctiles.
Su gran
protagonista es Masaccio (1401-1428).
La
profundidad que éste sugiere en el siglo XIV con el escorzo y el claroscuro se
logra definitivamente ahora de un modo racional. Se
arranca de una idea clave: cada grupo de paralelas que existe en la naturaleza
converge en un punto de fuga que corresponde al punto de vista del espectador.
La superficie pictórica se presenta como un armazón de líneas que se construye
previamente para después encajonar las figuras dentro de él. De este modo, se establecen claramente varios niveles en
profundidad y las formas se acortan a medida que se alejan, pero siempre con
igual nitidez, con lo que también aquí es imprescindible el escorzo, que se resuelve mediante reglas matemáticas que
Giotto en su época no conoció. El escorzo es necesario porque el objetivo ahora
es representar la realidad que se ve y, precisamente, los objetos pintados
nunca serán iguales que los reales. Éstos pueden
ser tocados y contemplados por todos sus lados, pero los otros no, ya que es
imposible incluir todo cuanto captan nuestros sentidos. Por tanto, el
pintor no tiene más remedio que recurrir a deformaciones, que, con ayuda de la
perspectiva lineal, son ahora mensurables.
En la segunda mitad del siglo XV Alberti explica los pasos que un pintor
debe seguir para utilizar correctamente la perspectiva lineal, como hace
Leonardo en el siglo XVI. Sin embargo, ajeno aún a estos aportes teóricos, Masaccio es capaz de resolver con éxito esta técnica y ofrecer
por primera vez una pintura que, sorprendentemente en su época, lleva la vista
del espectador hacia adentro creando una gran ilusión tridimensional, con
figuras sólidas que incitan a ser tocadas. (La Santísima Trinidad).
Masaccio
hace posible que la pintura se empiece a concebir como una ventana a través de
la cual se percibe la realidad, en la que además de
las figuras se incluyen edificios según el estilo de Brunelleschi que
contribuyen a establecer los distintos niveles en profundidad. No hay
que olvidar que con la perspectiva lineal esta
percepción se limita a un solo punto de vista fijo y que, por tanto, el
espacio se convierte en un cubo donde todo se dispone siguiendo las líneas que
se juntan en el punto de fuga. Se trata sólo de un
conjunto de normas que para el Renacimiento es lo más adecuado para
representar la realidad sobre una superficie plana.
También en la primera mitad del siglo XV, Fra Angelico (1387- 1455) es
un pintor religioso que, ligado aún a la tradición gótica, utiliza la
arquitectura brunelleschiana en perspectiva como medio para expresar un mensaje
que encamina las almas hacia lo divino, a modo de predicación (La Anunciación).
Masaccio y Fra Angelico son contemporáneos de Jan van Eyck, quien desde Flandes
persigue el mismo objetivo de representar fielmente la realidad, pero
completamente alejado de lo clásico y de las matemáticas. Con la base
establecida por Masaccio y Fra Angelico, surge en la segunda mitad del siglo XV
una segunda generación de pintores, fundamentalmente en el ámbito florentino, que
amplía las posibilidades constructivas de la perspectiva y redescubre la
Antigüedad. Por ejemplo, Paolo Uccello (1397-1475) pretende aplicar
correctamente el escorzo para que sus figuras y objetos parezcan duros y
reales, aunque el resultado sea un tanto artificial aún por no dominar el
claroscuro (La batalla de San Romano). Sin embargo, Piero della Francesca (h.
1416-1492) llega aún más lejos al desarrollar desde las matemáticas la
perspectiva, por lo que trata geométricamente las formas, que así resultan más
sólidas y estáticas, al tiempo que la luz genera profundidad y relieve (Frescos
en la Iglesia de San Francisco, Arezzo,).
Sandro
Botticelli (1444-1510), por el contrario, se despreocupa completamente de la
profundidad y de la perfección anatómica. Desarrolla, en cambio, un estilo
basado en la línea, donde el espacio tiende a ser plano y las formas se hacen
flexibles y sinuosas siguiendo un ritmo entrelazado. Por eso, sus figuras se
alargan demasiado y parecen flotar en el aire sobre el fondo en el que
claramente se recortan. A pesar de ello Botticelli es también renacentista,
pues se inspira directamente en las estatuas antiguas, de las que capta la
belleza ideal y la libertad de movimientos. A partir de ellas recupera la
mitología clásica, que él adapta a un contexto cristiano según la filosofía
neoplatónica de los humanistas florentinos que, vigente desde fines del siglo
XV, insiste en que todo el universo se relaciona con Dios por medio de un flujo
espiritual constante que comunica lo terrestre y lo celestial. Esto explica que
Botticelli afronte el cuadro mitológico con gran formato, algo novedoso pues
esto hasta ahora se había reservado para las obras religiosas (El nacimiento de
Venus).
EL SIGLO XVI - MANIERISMO
2.1. Introducción
Si el Renacimiento se inicia en
el siglo XV en Italia, es aquí también donde culmina en el siglo XVI, cuando
además se difunde al resto de Europa.
Los dos hechos más destacados de
este período, con repercusión directa sobre el arte, son el desarrollo de la
ciencia experimental y la división de la cristiandad en Occidente.
Desde el punto de vista
geográfico se descubre América (1492) y se da la vuelta al mundo. En la
Astronomía, Copérnico el Sol es el centro del universo, lo que rompe
definitivamente con la concepción geocéntrica que había imperado en la
Antigüedad y en la Edad Media. Además, en el campo de la Medicina el cuerpo
humano se convierte en objeto de disección y exploración, concibiéndose como
una máquina complicada.
Los artistas siguen preocupados
por la naturaleza y, dentro de ésta por el hombre, como en el siglo XV
italiano, pero ahora sus logros llegan mucho más lejos, porque la ciencia
permite conocer mucho mejor el universo y, por tanto, su representación puede
ser mucho más fiable.
El otro acontecimiento decisivo
en el siglo XVI es religioso y está causado por la Reforma Protestante,
promovida por Martin Lutero (1483-1546) desde Alemania. En estos momentos, la
Iglesia, mucho más volcada en lo terrenal que en lo espiritual, atraviesa una crisis
debido a su descomposición interna y a la falta de autoridad.
La Reforma Protestante repercute
de manera directa en las artes visuales, pues aunque Lutero no se pronuncia
abiertamente contra el uso de las imágenes religiosas, afirma que su función es
sólo conmemorativa. Sin embargo, Juan Calvino (1509-1564) sí las rechaza
totalmente cuando crea en Ginebra el foco más rígido e intransigente del
protestantismo. Como consecuencia, el arte religioso en los países protestantes decae
y, en su lugar, se desarrolla mucho otro profano que hasta ahora no había
tenido tanta aceptación.
Para los católicos, el arte
religioso se considera un eficaz instrumento para afianzar sus dogmas, por lo
que se revalorizan las imágenes, ya no sólo con el fin didáctico de la Edad
Media, sino sobre todo como medio de incitar a la piedad y conducir a la
salvación. Por tanto, la Iglesia ejerce un fuerte control sobre los artistas,
ahora ocupados de representar lo espiritual y no lo natural.
Dentro del mismo Renacimiento,
comienza un proceso que consiste en romper con lo clásico y que,
desarrollándose en lo que queda de siglo e incluso extendiéndose a comienzos
del siglo XVII, se denomina Manierismo. Este término proviene de la palabra
italiana maniera, uno de cuyos significados equivalía entonces a estilo, que,
referido a la elegancia y al refinamiento, era algo deseable en una persona y
también en una obra de arte. Esta cualidad se reconocía en las estatuas
antiguas y en las obras de Leonardo, Rafael o Miguel Ángel. Sin embargo, cuando
los jóvenes artistas se proponen sobrepasar a estos grandes maestros como única
salida para destacar después de las altas cotas de perfección a las que se
había llegado, el resultado es un arte que quebranta intencionadamente las
normas del Renacimiento, por lo que posee un afán lúdico y desprecia la
realidad para lograr efectos visuales que buscan la variedad y la confusión. El
Manierismo nace en Florencia en la década de 1520 en el ambiente cortesano de
los Médicis y en la segunda mitad del siglo XVI se convierte en el estilo
oficial del arte contrarreformista.
2.2 ITALIA
a) Marco histórico
En el siglo XVI Italia se
convierte en el principal centro del arte europeo, pues en ella culmina el
Renacimiento y surge el Manierismo. En las dos primeras décadas del siglo Roma
asume el máximo protagonismo, que decae en la tercera década del siglo XVI.
Este agotamiento de Roma es
aprovechado por Florencia, que hasta mediados del siglo XVI asume nuevamente el
liderazgo artístico.
Es dentro de este ambiente
cortesano florentino donde nace el Manierismo, que
desde aquí se extiende a otras cortes europeas. También
llega a Roma, que recupera en la segunda mitad del siglo XVI su preponderancia
artística y religiosa al convertirse en centro de la Contrarreforma Católica, impulsada por Paulo III (1468-1549), papa desde
1534.
La Iglesia utiliza el arte manierista como instrumento religioso para
reforzar la autoridad papal a través de un absolutismo eclesiástico en toda
Italia. Así, el Manierismo es la
expresión de una época en la que el hombre ha perdido la confianza moral e
intelectual que tuvo en sí mismo durante el siglo XV y a principios del XVI.
b) Arquitectura
Su artífice es Donato Bramante
(1444-1514), que llega a la ciudad procedente de Lombardía para desarrollar un
clasicismo que, aunque breve, impulsa la renovación de la ciudad de los papas a
través de grandes reformas.
La huella de Bramante en Roma es
visible en Baldassare Peruzzi (1481-1536), quien relaciona los edificios con el
exterior.
Tras la pureza clásica conseguida a principios del siglo XVI, el
Manierismo opta por transgredir las normas clásicas establecidas. El primero en
hacerlo es Miguel Ángel (1475- 1564), escultor por vocación, pero también
arquitecto y pintor. Justo
antes de afrontar sus primeros trabajos constructivos ya había desempeñado una
importante tarea pictórica (Bóveda de la Capilla Sixtina) y, antes de ésta,
estatuas que le garantizan la fama (La Piedad del Vaticano y David). Cada una
de estas experiencias constituye una etapa bien definida en su carrera, pero
todas se encadenan porque aspiran a un mismo objetivo: la concepción neoplatónica del arte. Según ésta, el arte es la expresión de lo espiritual, que se manifiesta
a través de lo visible, por lo que no parte de la naturaleza sino del interior
del artista, preocupado éste por la idea de la salvación y, por tanto, también
de la muerte. Por tanto, Miguel Ángel no imita lo que le rodea, pues él es un
segundo creador.
Como Miguel Ángel todo lo concibe
en términos escultóricos, su arquitectura adquiere cualidades orgánicas propias
de la figura humana. Por ello, se permite algunas licencias que se refieren al
muro y a los órdenes clásicos. El primero deja de ser una superficie plana para
transformarse en un juego de formas entrantes, como un nicho rehundido, y
salientes, como un frontón que irrumpe hacia adelante. Como consecuencia,
pilastras y columnas parecen presionar la pared hacia fuera, con lo que el
edificio deja de ser estático y empieza a moverse, aunque sea aún tímidamente.
Al mismo tiempo, estos órdenes dan la sensación de no sostener nada y además
prescinden de sus elementos reglamentarios cuando, por ejemplo, en sus obras
florentinas el capitel se sustituye por una moldura y en lugar del entablamento
sobre la columna se coloca una cornisa (Capilla Médici y Vestíbulo de la
Biblioteca Laurenziana). Después en Roma avanza hacia este sentido dinámico de
la arquitectura, llena de tensiones, cuando el edificio ya no equivale a una
suma de elementos independientes sino a una fusión de los mismos en un único
cuerpo envuelto por un muro continuo con orden gigante y concluido por la
cúpula (Basílica de San Pedro).
Miguel Ángel establece el punto de partida de la arquitectura
manierista, que tiene en Roma y Venecia sus focos principales y que cuenta con
la influyente aportación teórica de Sebastiano Serlio (1475-1554), con los
siete libros que constituyen su Tratado de Arquitectura, cuyo último ejemplar
se publica póstumamente en 1575.
En Roma el nuevo estilo se asume
como instrumento de propaganda de la Iglesia Católica durante la segunda mitad
del siglo XVI, caracterizado por el uso del orden gigante y por un nuevo
espacio dinámico orientado hacia una meta. Giacomo Barocci da Vignola
(1507-1573) opta por una planta basilical con forma de cruz, gran cúpula en un
crucero poco desarrollado, capillas laterales entre contrafuertes comunicadas
entre sí y tribunas sobre las mismas. Este tipo de templo es eminentemente
funcional, pues gracias a la única nave se logra un espacio vacío que permite
una visión y una audición óptimas. Con las capillas laterales es posible la
celebración simultánea de misas, el aumento de los altares y el recorrido por
toda la iglesia sin perturbar el culto principal. Las tribunas sobre las
capillas anteriores se reservan para los religiosos, quienes vigilan el templo
desde arriba y tienen acceso directo a sus dependencias privadas. El
alargamiento de la nave vuelve al espacio-camino que se originó en la Edad
Media y que, como entonces, expresa el proceso de la humanidad cristiana hacia
la salvación. Crea el tipo de fachada más característico del templo
contrarreformista, con dos cuerpos de distinta anchura y altura que se unen a
través de dos volutas, de manera que en el exterior se reflejan las
desigualdades de la nave y de las capillas laterales. Es original la manera de
combinar los elementos clásicos, con un deseo de introducir variedad y un
poderoso efecto visual de conjunto que culmina en el centro. Los retrocesos y
sobresaltos, por ejemplo en las dobles pilastras o en los tímpanos triangulares
y curvos, no sólo generan cierto claroscuro, sino también una relación entre el
edificio y la ciudad, de modo que el espacio exterior empieza a invadir el
interior y viceversa. (Fachada de la iglesia del Gesù).
Andrea Palladio (1508-1580). Además de atender la arquitectura religiosa
(iglesias) también se ocupa con la misma prioridad de la civil (palacio urbano,
villa y el teatro). Sin embargo, para responder a las exigencias de su época
utiliza todo el legado de la Antigüedad grecorromana, aunque de manera
manierista. Por ejemplo, en vez de asumir la
proporción y la simetría tanto en plantas y alzados como una regla, lo hace
libremente para crear diseños totalmente alejados de lo establecido, buscando
la novedad y el efectismo.
Así se expresa esa relación entre
exterior e interior que se empieza a perseguir en el Manierismo y que, en este
caso, se concreta en el acercamiento del edificio a la naturaleza, buscando
además una variedad de puntos de vista que justifica la existencia de varias
fachadas idénticas que abandonan el predominio de la principal.
Movido por un afán de alterar los
códigos establecidos, Palladio saca de su contexto sagrado habitual
determinados motivos arquitectónicos y los introduce en otros donde hasta ahora
han sido extraños, con lo que una tipología civil como la villa se ennoblece
asumiendo un sentido religioso (Villa Rotonda, Vicenza). Con este modo de
proceder, establece un camino para la arquitectura con largas consecuencias,
pues no sólo influye en Venecia durante mucho tiempo, sino también en Europa,
sobre todo en Inglaterra y en Estados Unidos durante el siglo XVIII.
c) Escultura
El artista más importante de la
escultura italiana del siglo XVI es Miguel Ángel, cuyo enfoque neoplatónico va determinando
su técnica. Él se siente por encima de todo, un escultor, o más concretamente
un tallista de estatuas de mármol, y considera la escultura como el arte más
noble e intelectual, porque libera lo espiritual que está presente en los
cuerpos reales. Utiliza un solo bloque y adivina la figura que se esconde
dentro de él para sacarla después sin añadidos, sólo eliminando lo que sobra y
concibiéndola desde un único punto de vista principal. Desde este momento establece la diferencia
entre el escultor o tallista, que es el que quita lo superfluo, y el modelador,
que añade o quita material (cera o yeso).
La escultura renacentista se
consolida ahora como ciencia de la representación tridimensional de los
objetos, como ya había iniciado Donatello.
La gran diferencia entre Miguel
Ángel y sus predecesores es esa visión interior de la que nacen sus obras y de
la que deriva, en definitiva, la idea de que el cuerpo es una cárcel terrenal
del alma. Por ello, sus figuras están al mismo tiempo en calma y en tensión,
pues poseen una energía contenida que hace que cada una de sus partes sugiera
su función incluso estando inmóvil.
En la segunda mitad del siglo XVI
se desarrolla en Florencia la escultura manierista, en la que destacan
Benvenuto Cellini (1500-1571) y Giovanni Bologna (1529-1608), quienes se
proponen el virtuosismo como principal objetivo. El primero modifica la noción
de monumento, por ejemplo, al tratar caprichosamente un pequeño objeto de lujo
como si se tratara de una gran pieza escultórica (Salero de Francisco I),
mientras que el segundo busca el equilibrio acrobático de las figuras (El
Mercurio).
d) Pintura
También la pintura italiana en el
siglo XVI alcanza los máximos logros de perfección clásica para después derivar
al Manierismo. El proceso arranca a principios de la centuria con Leonardo da
Vinci, Miguel Ángel, Rafael y Ticiano. Los tres primeros trabajan en Florencia
o en Roma, mientras que el último lo hace en Venecia. Son éstos, junto con
Parma, los centros pictóricos primordiales de Italia ahora, de manera que cada
uno de ellos impone un estilo peculiar que, a su vez, establece corrientes
artísticas con repercusión en el futuro.
El primer gran artista del siglo
XVI italiano es Leonardo da Vinci (1452-1519), quien destaca por su condición
polifacética, pues es pintor, escultor, arquitecto e ingeniero militar, con
gran fama en su época.
Leonardo no trabaja en Florencia
para los Médicis ni tampoco en Roma para los papas, a diferencia de Miguel
Ángel, con el que mantiene una rivalidad que se explica por sus concepciones
artísticas opuestas. Para Leonardo no es la escultura el arte más noble sino la pintura, porque abarca todo el
mundo visible y esto, en definitiva, es lo único que le interesa. Tampoco
para él el cuerpo humano es el tema dominante, sino todo lo que ofrece la
naturaleza, que observa con sus propios ojos para explorarla. Sólo se deja
guiar por lo que ve y, como lo quiere ver todo, sus aportaciones abarcan
asuntos tan diversos como, por ejemplo, la anatomía humana, el vuelo de los
insectos y de las aves, las propiedades del agua, los cambios atmosféricos o
los artefactos mecánicos. Todas sus investigaciones constituyen la base de su
arte, hasta el punto de que gracias a ellas Leonardo ofrece una nueva
concepción de la pintura. Piensa que ésta se apoya en la ciencia, algo que ya
en el siglo XV dijo Alberti, lo que justifica su carácter noble o liberal
(mental) y ya no artesanal (manual). Para ello recurre a técnicas diferentes,
como el claroscuro, que él perfecciona, y el esfumado y la perspectiva aérea,
que él inventa. El claroscuro, que es la gradación de luces y sombras para
sugerir relieve, ya lo utilizan Giotto y Jan van Eyck, pero Leonardo realiza
transacciones muy suaves que permiten fundir una sombra con otra. Este paso
sutil de lo claro a lo oscuro y viceversa es favorecido por el esfumado, que
consiste en dejar los contornos difuminados, es decir, en no dibujarlos
rotundamente para que el espectador termine con su imaginación lo que el
artista no ha concluido de manera intencionada. Las formas, ya no encerradas
con líneas, resultan vagas y parecen surgir unas de otras, al tiempo que ganan
en volumen (relieve o modelado) gracias a la luz que incide en ellas con
distinta intensidad. Como consecuencia, las figuras resultan mucho menos
rígidas que en los siglos XIV y XV y además se unen con el fondo, que ya no es
como un simple telón, pues se convierte también en protagonista de la obra (La
Gioconda). Si
partiendo de la realidad que se ve Leonardo logra que el modelado dé a sus
figuras mayor apariencia de vida, también representa un espacio tridimensional
mucho más convincente que el ofrecido hasta ahora por la perspectiva lineal (La
última cena,). Las limitaciones de ésta eran evidentes sobre todo para los
exteriores, en donde la luz y el color determinan la manera como percibimos la
distancia. Leonardo tiene en cuenta un hecho real: cuando estamos delante de un
paisaje no contemplamos todo con igual nitidez ni con la misma intensidad de
color, pues lo más cercano se distingue mejor que lo lejano. El resultado de
esta experiencia cotidiana es la perspectiva aérea, que sugiere la profundidad
mediante la gradación de tonos, de modo que a medida que nos alejamos del
primer término las formas se hacen más borrosas y los colores pierden
intensidad (La Virgen de las rocas).
Miguel Ángel nos distancia de ella para
aspirar a la unión con Dios. Los modelos de sus pinturas se encuentran en sus
esculturas precedentes (David), aunque rompe con su equilibrio para iniciar un
camino que relega lo clásico hasta el final de su carrera.
Con un predominio de la línea
sobre el color, sus figuras se escorzan violentamente a pesar de encontrarse en
reposo, lo que genera inestabilidad y movimiento. Como consecuencia, provocan
fuertes contrastes entre las partes salientes (iluminadas) y las entrantes (en
sombra), con lo que resulta mucha tensión para expresar un contenido religioso
dramático. Por tanto, cada uno de sus personajes se aísla en su propio espacio,
que así adquiere una dimensión espiritual. Para ello, Miguel Ángel opta al
principio por una síntesis entre pintura, arquitectura y escultura, pues con la
primera finge las otras dos para establecer distintos niveles de profundidad
que aportan una elevación hacia el cielo. Es decir,
el entramado arquitectónico que en el siglo XV había sido marco para distribuir
las figuras en un espacio tridimensional según la perspectiva lineal, amplía
aquí esta función estructural para asumir también un significado propio que hay
que entender en clave neoplatónica (Bóveda de la Capilla Sixtina).
Lo sustancial para él siempre es
el cuerpo humano. Por eso, al final prescinde de toda simulación constructiva o
escultórica para pintar sólo masas de figuras que se sostienen a sí mismas en
un espacio vacío y que, con su propia fuerza espiritual, son capaces de imprimir
un movimiento rotatorio con un sentido eminentemente trágico (El Juicio Final).
La síntesis entre las
concepciones opuestas entre Leonardo y Miguel Ángel es alcanzada por Rafael (1483-1520), quien, procedente
de Urbino, desarrolla su actividad primero en Florencia y luego en Roma, logra
la máxima aspiración del clasicismo renacentista, como Bramante en la
arquitectura: el equilibrio perfecto y la naturaleza idealizada. Aparentemente
sin forzar nada, sus figuras, que siguen siendo heroicas, se mueven libremente
en composiciones cerradas y ordenadas según criterios de simetría y claridad.
A partir del legado clásico de Leonardo, Miguel Ángel y Rafael, pero
oponiéndose a él, surge en Florencia durante la primera mitad del siglo XVI el
primer foco de pintura manierista, representado por Rosso Florentino
(1495-1540), Pontormo (1494-1556) y Bronzino (1503- 1572).
Con Rosso Florentino los cuerpos se mueven pero, al mismo tiempo, están
rígidos, con planos que se quiebran en busca de efectos dramáticos de luz y escenas
inquietantes (Descendimiento de la cruz).
Pontormo concibe el arte de
manera mental a partir del dibujo, que en vez de construir las formas parece
destruirlas con una inquietud continua en unos espacios que, prácticamente sin
fondo, se ocupan casi en su totalidad por las figuras, que destacan por sus
combinaciones estridentes de color (Descendimiento).
Bronzino es un retratista que
marca la posición social de sus modelos a través de una ejecución minuciosa con
formas regulares y colores fríos (Eleanora de Toledo y su hijo Giovanni de
Médici).
Mientras en Florencia y en Roma
la pintura se basa en la línea, Venecia da máxima prioridad al color. La
Iglesia ya no tiene preponderancia a diferencia del resto de Italia. Como consecuencia, se fomentan nuevos géneros, ya no exclusivamente religiosos sino
profanos, y el fresco se sustituye poco a poco por el óleo. El primer
responsable de este cambio radical es Giorgione (h. 1478-1510), quien empieza a
transformar la técnica y, con ello, a considerar las figuras ya no como algo
superpuesto a la naturaleza, sino como parte de ella, con un espíritu pagano
cargado de nostalgia y ensoñación nuevo en la pintura (La tempestad). Se trata
de enfrentarse directamente a la pintura, sin realizar un dibujo previo, pues
la unidad del cuadro se basa en factores ópticos como la luz y el color. Es
decir, los contornos ya no se dibujan nítidamente para aislar las formas, sino
que se esfuman para que todo en el cuadro se vincule y el color se funda con la
luz. A partir de este momento se
establece la diferencia esencial entre la pintura veneciana, por un lado, y la
florentina y la romana, por otro: es decir, el color frente al diseño.
Tiziano (h. 1485-1576) prosigue
la reforma de Giorgione, aunque al mismo tiempo la modifica radicalmente.
Tiziano da al color total primacía sobre el dibujo, pero va más lejos porque
pretende una mayor relación con el espectador para provocar en él un impacto
visual. Lo consigue con una técnica rápida que realza sólo lo inmediato y que,
por tanto, prescinde de la descripción detallada de objetos y figuras. Para él
el color ya no se superpone al dibujo, pues por sí solo crea formas con
volumen, sin necesidad de un modelado minucioso, y también logra un espacio
tridimensional, sin ayuda de la perspectiva, sino sólo con zonas coloreadas de
luz y sombra. Sus figuras resultan tan vivas como las de Leonardo, por ejemplo,
pero a ello llega de otro modo. Ya no trabaja tradicionalmente estableciendo
fases como el dibujo, el sombreado y el color, sino que comienza con el esbozo,
donde vastas masas de colores transmiten ya una emoción sumaria, y termina con
el acabado, donde se realzan los tonos luminosos y se recalcan las sombras para
completar la idea inicial. Por la manera como los colores se disuelven en la
luz y por lo poco definidos que están los detalles particulares, da la
impresión de que el cuadro está sin concluir. Lo que hace Tiziano equivale al
inacabado de Leonardo y de Miguel Ángel, pero con notables diferencias. Tiziano opta por grandes formatos y para
obtener los mejores efectos se decanta por el óleo, cuyas posibilidades
expresivas él es el primero en explotar después de generalizarse en el siglo XV
flamenco. En este sentido, se
convierte en un auténtico pionero de la pintura moderna, pues a partir de este momento el óleo sobre tela es
la técnica más utilizada en el arte occidental. Con él consigue desde tonos muy
brillantes a otros más oscuros, con la posibilidad de graduar la densidad de la
pasta hasta llegar a películas transparentes y a otras más espesas. De manera
novedosa, las pinceladas se aplican con mucho vigor en la áspera textura de la
tela, quedando separadas y perfectamente visibles, con lo que la superficie
pictórica se anima considerablemente, los contrastes entre zonas luminosas y
oscuras destacan más y la huella personal del pintor se hace presente.
Tintoretto (1518-1594) y Paolo
Veronés (1528-1588), dos pintores con mucho éxito en su época pero con estilos
opuestos.
Tintoretto tiene una raíz
profundamente religiosa. Niega totalmente los
valores clásicos.
Paolo Veronés: lo único que le interesa es la realidad
cotidiana, en clave de fiesta suntuosa, como
marco de vida de una nobleza inmersa en un mundo imaginario frívolo y sensual (Cristo
en la casa de Leví).
2.3. ESPAÑA
En este período el
establecimiento de la Inquisición. Ésta es la
época del descubrimiento y conquista de América, o de la difusión de la cultura
humanista.
Desde el punto de vista artístico, la arquitectura desarrolla
en el primer tercio del siglo el Plateresco o Protorrenacimiento, con
estructuras góticas. En el segundo tercio del siglo, la vuelta al arco de medio
punto, a los espacios geométricos y a la ornamentación sobria revelan la mayor
asimilación de un clasicismo (Alcázar, Toledo) que, sin embargo, es muy breve
porque pronto enlaza con el Manierismo (Palacio de Carlos V, Granada).
El arte manierista en España
tiene lugar en la segunda mitad del siglo XVI.
La pintura, cuyo máximo
representante es Domenicos Theotocopoulos, más conocido como el Greco (1541-
1614). El Greco es muy reclamado por los intelectuales, para los que hace
muchos retratos (El caballero de la mano en el pecho) y por las principales
instituciones religiosas de la ciudad, como parroquias y conventos. Así
consigue mucha fama en su época y en el siglo XVII, hasta que a principios del
siglo XVIII cae en el olvido y no es redescubierto hasta principios del siglo
XX por el Expresionismo.
La razón por la que el Greco es
rechazado por el poder monárquico y eclesiástico constituye precisamente su
gran aportación a la pintura.
Concilio de Trento, establece que las imágenes deben
ser realistas, claras, ortodoxas y decentes para incitar a la devoción. Aunque el Greco se dedica
principalmente al género religioso y participa del mismo espíritu
contrarreformista, su manera de plasmarlo difiere bastante de lo estipulado. Su
objetivo es expresar sólo lo espiritual, lo que conlleva un rechazo del mundo
de los sentidos y, por tanto, de lo real.
Su estilo manierista se relaciona
con el de los italianos, pues también opta por el alargamiento excesivo, la
figura serpentinata, los escorzos violentos y el espacio múltiple con falta de
profundidad. Sin embargo, estos elementos asumen con él un carácter peculiar
debido a su acusado misticismo, que le lleva a un absoluto predominio del color
sobre el dibujo y a un tratamiento tenebrista de la luz.
El Greco entronca con el mundo
veneciano al decantarse por el color, con el que logra tonos puros que parecen
estallar provocando un impacto visual tremendo.
Ambos desarrollan ya el tenebrismo, técnica que surge en el
siglo XVI, culmina en el XVII y se mantiene vigente aproximadamente hasta el
siglo XIX. Se trata de una variante del
claroscuro, pues en lugar de graduar el paso de la luz a la sombra produce
un fuerte choque entre una y otra, lo que conlleva dejar los fondos neutros y
oscuros para que las partes iluminadas resalten más.
Las luces del Greco, como las de
Tintoretto, resultan artificiales para evocar lo sobrenatural, pero, en cambio,
se distinguen por su afán de trasladar sus escenas a un primer plano donde las
figuras se encuentran tan abarrotadas que es complicado distinguir entre lo
principal y lo secundario. Además, se estiran tanto que llegan a parecer
insustanciales (El entierro del conde de Orgaz).
2.4. ALEMANIA
Alberto Durero (1471-1528) es el
primer artista auténticamente ligado al Renacimiento. Originario de Nuremberg,
cree en el carácter intelectual del arte y en un nivel social más elevado para
el pintor. Como seguidor de Martín Lutero intenta transmitir contenidos
reformistas fundamentalmente a través de sus grabados religiosos, que no
encuentran mucha objeción por parte de los protestantes, que, en cambio, se
oponen de manera tajante a las imágenes sagradas.
Durero logra que el grabado se convierta en un medio de expresión
artística con gran influencia en el futuro. Esta
técnica, surgida en Alemania en el siglo XV a raíz del desarrollo de la
imprenta, consiste en preparar previamente una matriz, que ya entonces puede
ser de madera (xilografía) o de metal, sobre todo de cobre, en donde se realiza
el dibujo.
La difusión de estas dos modalidades de grabado a
partir de principios del siglo XVI se debe a sus enormes ventajas, pues permiten obtener grandes tiradas de buena
calidad y todas iguales sólo a partir de una plancha, cuya preparación
precede a la estampación, que se realiza con papel, lo que asegura su carácter
fácil y económico.
En la xilografía, que es el
procedimiento más antiguo, se usa una plancha de madera dura sobre la que
se realiza directamente el dibujo con lápiz, siempre al revés respecto a la
imagen que se quiere obtener. A partir de dicho dibujo se saca con un cuchillo
la madera de las partes que han de quedar blancas y las que no están talladas
son las que reciben la tinta, provocando los negros en la hoja cuando se
procede a la estampación. Como consecuencia, resultan imágenes bidimensionales, con zonas planas de color y con
ausencia tanto de volumen como de profundidad. Así, la xilografía es el grabado más sencillo y mecánico,
pues la estampa final reproduce con exactitud la matriz y todo el proceso puede
recaer sobre una sola persona, aunque normalmente el artista sólo traza el
dibujo sobre la matriz y un artesano se encarga de tallar, como sucedía ya en
el siglo XV.
El grabado en cobre es la variedad más importante desde mediados del
siglo XV hasta principios del siglo XIX, recuperando nuevamente su importancia desde la
mitad del siglo XX. La tinta se introduce en los huecos que corresponden en la
hoja a los negros y que desaparece en las partes no grabadas, la de los
blancos. Se puede hacer directamente, con ayuda de instrumentos punzantes, o indirectamente,
con el aguafuerte, donde un ácido ataca las zonas que han quedado al
descubierto la capa de barniz que se superpone antes a la plancha.
Mientras que en la xilografía el
trabajo de talla no es creativo sino mecánico, ahora en el Grabado el autor es
quien graba la imagen, lo que hace directamente en positivo, pues a cada surco
inciso en la plancha corresponde una señal en la hoja.
También a diferencia de la
xilografía, ahora se pueden trazar líneas mucho más finas, cercanas unas a
otras y entrecruzadas en muchas direcciones, con posibilidad de gradaciones
tonales y, por tanto, de volumen y tercera dimensión, pues cada trazo posee su
propio espesor y, por tanto, su propia intensidad de negro.
A través de sus
obras y de su extensa labor teórica, Durero se preocupa de las normas que rigen
la belleza del cuerpo humano y de las leyes de la perspectiva como consecuencia
de su asimilación de la influencia italiana, tanto en sus cuadros
(Autorretrato) como en sus grabados (El caballero, la muerte y el diablo).
El Renacimiento alemán conoce su
plenitud con Hans Holbein el Joven (1497- 1543), quien, procedente de Nuremberg
y afincado después en Basilea y Londres, funde el realismo y la descripción
menuda con el sentido equilibrado de las formas procedente de Italia en un
género como el retrato, sobre todo de tipo cortesano (Enrique VIII)
2.5. PAÍSES BAJOS
El primer artista destacado del
siglo es el Bosco (h. 1450-1516), quien trabaja aislado en un ámbito
provinciano, ajeno por completo a los descubrimientos italianos. Muy apegado
aún a la fe medieval, la desarrolla con mucha originalidad al dar rienda suelta
a su fantasía, con grandes dosis de ironía y humor. El paisaje y las escenas de
la vida cotidiana ganan en importancia en sus cuadros, poblados por multitud de
pequeñas figuras que, a pesar de ser muy extrañas, se representan con tanta
precisión que parecen verídicas, cuando en realidad constituyen una auténtica
visión que recuerda el mundo de los sueños.
Mientras los italianos en ese momento se esfuerzan por representar el
mundo exactamente como es o como se ve, el Bosco lo presenta al revés, es
decir, pinta lo que no se ve. Y esto lo hace conscientemente para transmitir de
un modo pesimista qué difícil es para el hombre salvarse y, en cambio, qué
fácil condenarse por culpa de los vicios que él ridiculiza (El Jardín de las
Delicias).
Brueghel el Viejo (h. 1525-1569)
se interesa por la pintura de costumbres, género que él consolida y al que le
da un carácter peculiar. Lo nuevo en Brueghel es que sus protagonistas son
campesinos, que él trata de un modo cómico, no para reírse de ellos, sino para
extraer una lección moral que se refiere a la insensatez humana, más entendida
como locura que como pecado a diferencia de el Bosco. El carácter individual de
sus labriegos, con sus expresiones toscas y sus posturas poco convencionales,
entronca en cierto modo con el pensamiento protestante, que aboga por la
relación directa entre Dios y el hombre y la obligación de éste de apartarse de
lo irracional que, inevitablemente, le lleva al mal (Boda aldeana).
EL SIGLO XVII -
Barroco
3.1. Introducción
Desde el punto de vista
histórico, el siglo XVII conoce el apogeo de la Iglesia Católica y el triunfo
de las monarquías absolutas.
En Italia, Francia, España,
Flandes, Austria o Baviera se impulsa entonces un arte religioso dirigido a la
gloria de Dios que, además de servirse de la imagen didáctica que incentiva la
devoción, enaltece a la Iglesia en toda la zona católica. Por el contrario, en
países protestantes como Holanda o Inglaterra rechazan las imágenes dentro del
templo y desarrollan con fuerza el arte profano.
El arte en
su faceta cortesana tiene como objetivo glorificar al rey a través de
instrumentos como las manufacturas reales o las academias.
La visión cambiante del universo que aportan la filosofía y la ciencia
en el siglo XVII es la misma que ofrece el arte de la época y que, por tanto,
se opone a la estática del Renacimiento. Se inicia así un nuevo ciclo
histórico, el Barroco, que tiene lugar en Europa durante el siglo XVII, aunque
con sus derivaciones americanas y con su prolongación en algunos casos hasta
mediados del siglo XVIII.
Se trata de una época que posee
una cultura conducida por sus dos grandes sistemas, la Iglesia Católica y las monarquías
absolutas, que pretenden persuadir a través del arte. Como lo que importa es el
hecho real, la obra barroca remite al presente para que nos sintamos dentro de
ella.
En definitiva, la obra barroca es
siempre abierta para que se produzca el ilusionismo indispensable para
persuadir. Pero a la ilusión se llega desde la realidad y, por tanto, hay que
confundir al observador para que no pueda precisar dónde acaba lo verdadero y
dónde empieza lo ficticio. Aquí radica el carácter teatral del Barroco, que no
pretende hacernos creer que lo que vemos es verdad, pero sí que llegue a
sorprendernos tanto que, por un momento, olvidemos nuestro mundo cotidiano para
sumergirnos en otro que nos atrae irresistiblemente.
Las características generales del arte barroco son la centralización
abierta, el movimiento, que a su vez genera profundidad, y el ilusionismo. Con la primera, la obra dispone
de un foco dominante que se relaciona con el exterior. En la arquitectura se
abandonan los modelos cerrados y estáticos del Renacimiento para crear un nuevo
vínculo entre el edificio y su entorno.
Surge así la ciudad capital,
típica del siglo XVII, que refleja la estructura del mundo barroco y ejerce una
función representativa como sede del poder político y religioso. Por ser centro
de un sistema cuya fuerza supera tanto sus propios límites como los del país
para irradiarse al mundo entero, se desarrolla como un organismo abierto con
calles anchas y rectas que enlazan los principales edificios (iglesias y
palacios) a través de plazas que se definen con un eje vertical (obelisco,
columna o fuente).
Aunque el esquema manierista
longitudinal sigue vigente, en su planta las iglesias se decantan por la elipse o la cruz griega, mientras que,
junto al palacio urbano y a la villa, surge el palacio con jardín, que es una
síntesis de ambos. En cualquier tipología se
logra un espacio ilusionista que, al mismo tiempo urbanístico y arquitectónico,
nos engaña visualmente, pues por sus muchos puntos de vista nos hace creer que
un lugar pequeño es más grande y viceversa, o provoca un gran choque visual
cuando de repente pasamos de una calle estrecha a una plaza muy amplia.
Para extender la acción más allá
de sus límites, la escultura recurre a los escorzos y a la línea abierta, que,
ya inaugurada en el Manierismo, logra ahora sus mayores efectos realistas.
Técnicas
surgidas en el siglo XVI, como el tenebrismo y la perspectiva aérea,
contribuyen a crear un espacio pictórico que no distingue entre lo real y lo
irreal.
En cuanto a la iconografía, el Barroco fomenta tanto lo religioso como
lo profano, a diferencia de la Edad Media y del Renacimiento.
En definitiva, las imágenes
barrocas hacen creer con su apariencia realista que la salvación está al
alcance de todos y que ellas ofrecen el ejemplo que hay que seguir a través de
una iconografía que fundamentalmente incide en aquellos temas proscritos por
los protestantes, como la Virgen (Inmaculada Concepción), el papado,
sacramentos como la penitencia y la eucaristía, la caridad, los santos (nuevas canonizaciones,
martirio, visiones y éxtasis), las reliquias, la muerte (sepulcro, cráneo,
calavera y esqueleto) y las nuevas devociones (ángeles y arcángeles, Sagrada
Familia, San José o el Niño Jesús con los instrumentos de la Pasión).
La imagen cortesana es un recurso del poder político para hacer
propaganda del rey y del Estado con géneros como el retrato, la pintura de
historia y la mitología. Sin embargo, la naturaleza muerta, el paisaje, la pintura de costumbres
o también el retrato, pero de tipo burgués, se fomentan en países donde la
burguesía asume el liderazgo político y económico, como Holanda y Flandes.
3.2. ITALIA
a) Marco histórico
En la primera mitad del siglo
XVII Italia asume el liderazgo artístico europeo gracias al patronazgo papal,
que convierte a Roma en centro de la cristiandad católica, lo que atrae a
muchos fieles y también a muchos artistas que se encargan de construir, reformar
y decorar gran cantidad de edificios. Se dan así las condiciones idóneas para
que en esta ciudad nazca el Barroco.
Con Urbano VIII se aprueban los
decretos del Concilio de Trento y los jesuitas se convierten en los aliados más
importantes del papado en su propaganda de la fe católica, pero, sin
embargo, la corte pontificia empieza a interesarse más por lo político que por
lo religioso. Es este papa quien promueve el gran desarrollo barroco del arte
romano, luego seguido por sus dos sucesores. Sin embargo, esta situación
privilegiada termina en la segunda mitad del siglo XVII, cuando decae el
patronazgo papal y Francia ostenta una hegemonía en todos los niveles, lo que
hace entonces de París el nuevo centro artístico.
b) Arquitectura y escultura
Roma, Venecia y Piamonte son los
focos principales de la arquitectura italiana del siglo XVII.
Los dos grandes protagonistas de
la transformación barroca de la ciudad son Gian Lorenzo Bernini (1598-1680) y
Francesco Borromini (1599-1667), dos artistas que representan la doble
tendencia de la arquitectura europea del siglo XVII y que, sin embargo,
comparten el mismo planteamiento urbanístico propio de la época.
Bernini goza de una posición
privilegiada como artista predilecto de los papas.
Por su condición polifacética se
ocupa también de la escultura, que es su vocación preferente, de la pintura e
incluso de la poesía, lo que le inclina constantemente a combinar las distintas
artes y a considerar lo constructivo como labor que concierne a escultores y
pintores.
Con este patronazgo papal y con
esta versatilidad, Bernini representa y consolida la corriente clasicista del
siglo XVII, para manifestar una religiosidad
oficial que defiende la autoridad del papa y el dogma católico.
En Bernini, una escultura puede tener al mismo tiempo un
carácter pictórico, arquitectónico y urbanístico (Baldaquino).
En cuanto a la iconografía,
Bernini crea otro tipo de monumento funerario papal, con el difunto en vida,
figuras alegóricas referidas a sus virtudes y la muerte en forma de esqueleto
(Sepulcros de Urbano VIII y de Alejandro VII), pero también el retrato-busto
oficial (Luis XIV) y un modelo de fuente que incorpora elementos realistas y
trata el agua de manera innovadora (Fuente de los Cuatro Ríos).
En la arquitectura, Bernini
renueva lo clásico tendiendo siempre a la máxima expansión espacial. Al mismo tiempo, da un sentido pictórico a la
arquitectura, pues usa la luz natural para articular las estructuras y
fundirlas con el ambiente a través de grandes masas de luz y sombra que crean
gradaciones de claro y oscuro (Escalera Regia).
Borromini es más reclamado por
las órdenes religiosas, que, preocupadas mayormente por cuestiones como la
salvación, encuentran en él la respuesta a sus inquietudes.
Ambos contribuyen a hacer de Roma
el prototipo de ciudad capital que, continuando el trazado iniciado ya a
finales del siglo XVI para unir los principales focos religiosos, se constituye
como sede del poder religioso que se extiende sin límites no sólo a Italia sino
a todo el mundo católico.
Mientras que Venecia se apega al
pasado, en Piamonte la arquitectura asimila el legado barroco romano y lo lleva
hasta sus últimas consecuencias. Esto es posible porque el Estado piamontés es
el único que en los siglos XVII y XVIII posee una base política y económica
fuerte.
Guarini, en
Turín, se propone aunar razón y fantasía, lo que
significa poner la técnica arquitectónica al servicio de la fe. Su intención
es, como en el Gótico, crear un espacio infinito que, lejos de la simetría y de
las proporciones humanas, sea sentido por el espectador como un hecho
sobrenatural, para que en el siglo XVII manifieste lo divino tanto en la
Iglesia oficial como en el Estado absoluto (Palacio Carignano).
c) Pintura
Los dos pintores fundamentales
del XVII italiano son Annibale Carracci (1560-1606) y Michelangiolo Merisi,
llamado Caravaggio (1573-1610), que viven a finales del siglo XVI y principios
del siguiente. Ambos proceden del norte de Italia y se establecen en Roma,
donde se oponen al Manierismo de dos maneras completamente diferentes, hasta el
punto de ser ellos quienes establecen la doble corriente del Barroco en
relación con lo clásico, no sólo en la pintura, sino también en las demás
artes.
Carracci inicia la tendencia del
clasicismo en el siglo XVII.
Pintura de historia, término que engloba tanto lo histórico propiamente
dicho como lo religioso y lo mitológico. En
este sentido, con él comienza la gran decoración barroca al fresco y el paisaje
clásico.
Retomando la decoración de techos
de Miguel Ángel y de Correggio, que habían encumbrado la técnica del fresco,
Carracci incorpora la temática mitológica y un estilo barroco que extiende los
límites de lo real para que el observador quede inmerso en el mundo fantástico
que tiene encima. Para ello utiliza la pintura de arquitectura ilusionista
(quadratura), según la cual elementos constructivos pintados, como una cornisa,
parecen reales, lo
que entraña un profundo conocimiento de la perspectiva.
El objetivo de Carracci es
encajar en un entramado simulado un gran número de personajes y escenas que se
amontonan en un espacio relativamente pequeño creando un efecto de dinamismo
que absorbe al espectador, incapaz de prestar atención a cada detalle porque
unas imágenes se enlazan rápidamente con otras (Techo de la Galería Farnesio).
siglo XVII italiano. El paisaje, a partir
de entonces, asume un carácter independiente por
su función de trazar un puente con la tradición antigua.
Este tipo de paisaje se denomina
clásico y se caracteriza por concebir la naturaleza como idea y no como
realidad. Es decir, el artista no pinta un paisaje visto por él sino inventado
para servir como escenario de una acción histórica, mitológica o religiosa que
ocurre en el primer término y que sólo es anecdótica. Requiere
la presencia de la figura humana, siempre de reducido tamaño, y de la
arquitectura clásica, pues ambas son la excusa que permite desplegar detrás un
paisaje que remite al mundo de los antiguos y que, sin estos elementos, se
juzgaría dentro de lo más bajo en la jerarquía de los géneros. El hecho histórico protagonizado por el hombre es
siempre secundario respecto al paisaje pero imprescindible, porque lo ennoblece
y le da un sentido heroico (La huida a Egipto).
Caravaggio procedente de
Lombardía y tras formarse en Milán, conoce su apogeo como pintor en Roma recibe
sus primeros grandes encargos públicos, como los de la Capilla Contarelli
(1599-1600), en la iglesia de San Luis de los Franceses (La vocación de San
Mateo, El martirio de San Mateo y San Mateo escribiendo el Evangelio), y los de
la Capilla Cerasi (1600-1601), en la iglesia de Santa María del Popolo (La
conversión de San Pablo y La crucifixión de San Pedro).
Con un temperamento violento,
desde 1606 a 1610 va de un lugar a otro en el sur de Italia, donde muere sólo
diez años después de haber sido reconocido en el mundo artístico. A pesar de
una carrera tan breve y de una vida tan complicada, su influencia en la pintura
tiene mucho mayor alcance que la de su coetáneo Carracci se opone al Manierismo
de una manera tan radical que le lleva a romper con el arte oficial de su
tiempo y a proponer un nuevo camino basado exclusivamente en el realismo.
Con el término realismo se designa un arte inspirado en la realidad que
captamos con los sentidos en contraposición con lo ideal, que sólo existe en
nuestra imaginación.
Cuando en la Italia de finales
del siglo XVI y principios del XVII Caravaggio persigue la realidad, lo hace de
una manera original que entronca directamente con las corrientes espirituales
de su época, entre ellas la de San Ignacio de Loyola, que insiste en la
presencia de Dios en el mundo, donde el hombre puede estar en íntima
comunicación con él a través de sus sentidos y ejercitando la caridad para
preparar el camino a la muerte, que es el destino final.
A partir de estos referentes, el
realismo de Caravaggio consiste en ser sincero, lo que implica rechazar las
convenciones y fijarse en el acontecimiento inmediato, lo que ocurre aquí y
ahora, acercando los hechos directamente al espectador. Esto explica que dé la
misma importancia al objeto que a la figura humana, como demuestra al
desarrollar la pintura religiosa y la naturaleza muerta.
Ésta, la naturaleza muerta, surge a finales del siglo XVI, conoce su
auge en los siglos XVII y XVIII, y decae en los últimos años del siglo XIX.
Consiste en representar objetos o seres inertes, que pueden ir o no acompañados
de figuras humanas, recibiendo el nombre de bodegón cuando se relacionan con la
comida.
Caravaggio pinta bodegones solos
(Cesto de frutas) o con medias figuras cortadas por el borde de una mesa llena
de objetos que destacan por sus texturas (Baco). Así él inicia la naturaleza
muerta del Barroco y, por tanto, impulsa este género que, por su apego a lo
material, sólo tiene cabida en la tendencia realista del siglo XVII, ya que la
clasicista lo considera indigno frente a la pintura de historia.
La misma orientación posee su
pintura religiosa, donde todos los personajes, también los sagrados, pertenecen
a lo cotidiano, hasta el punto de prescindir incluso del nimbo que los
ennoblece o de pintarlos con los pies descalzos y sucios. Sus gestos violentos,
con escorzos muy atrevidos en espacios demasiado angostos donde todo se
resuelve en el primer plano, se dirigen directamente hacia el espectador, con
lo que éste se incorpora a la obra. Por
tanto, Caravaggio rompe con la iconografía tradicional de la Iglesia y así
provoca que ésta rechace algunas de sus obras (La muerte de la Virgen).
Para llevar a
cabo su peculiar realismo Caravaggio aplica la técnica tenebrista,
que, ya usada en el siglo XVI, por ejemplo por el Greco y Tintoretto, consiste en contraponer violentamente la
luz y la sombra sobre un fondo neutro. La novedad ahora es que la luz, de
origen desconocido, proviene de un punto situado fuera del lienzo y entra en
éste oblicuamente desde arriba para resaltar los puntos de máximo interés y
dejar otros en la penumbra, lo que contribuye a dar relieve y, por tanto, mayor
apariencia real a diferencia de los pintores manieristas. El efecto es muy teatral, pues la luz actúa a modo de proyector, es
decir, se añade a la escena desde fuera para destacar las formas dentro de la
oscuridad reinante. Sus escenas sólo se
desarrollan en interiores, con la zona inferior ocupada por las figuras y los
objetos, mientras que la superior permanece oscura y casi vacía, al tiempo que
su gama cromática se limita. Con todo ello, su luz adquiere un sentido simbólico que se refiere a Cristo (luz
divina), que en un instante nos deja ver lo que ocurre, que no es otra cosa
que un hecho milagroso que irrumpe en la vida diaria protagonizada por
los más sencillos (Cena en Emaús).
3.3. FRANCIA
a) Marco histórico
En la segunda mitad del siglo
XVII Francia ostenta la primacía artística europea que en la primera mitad tuvo
Italia gracias al absolutismo monárquico.
Se produce el primer auge del
clasicismo, tendencia predominante en el Barroco francés, que en estos
momentos tiene a la Corona y a la burguesía como principales clientes.
La monarquía es el único
patrocinador artístico, sólo con el afán de hacer propaganda de Luis XIV, el
Rey Sol. Se logra a través de la Fábrica
de los Gobelinos y de las academias.
La primera es al mismo tiempo
manufactura y escuela, pues en ella se produce
todo lo necesario para acondicionar el palacio real, lo que se hace por
medio de un equipo que, dependiente de Lebrun, integra a pintores, escultores,
grabadores, tejedores, tintoreros, bordadores, orfebres, ebanistas o
marmolistas. Pero también es escuela, porque a partir de 1667 forma a aprendices que, con una buena base de
dibujo, luego se convierten en artistas independientes de los gremios, con
igual libertad que los contratados directamente por el rey. El resultado es un
gran nivel técnico y un estilo uniforme que da importancia al trabajo en grupo dentro de las artes y que, como
consecuencia, desplaza la inventiva individual a un segundo plano.
Por su parte, las academias organizan
el arte desde el punto de vista teórico, fijando una serie de normas y dando al
aprendizaje un enfoque intelectual.
Tras la muerte de Colbert,
comienza la decadencia.
b) Arquitectura
La arquitectura barroca en
Francia recibe un enfoque oficial como expresión del absolutismo y, por tanto,
una función representativa. Así, París y la corte marcarán las pautas del
desarrollo constructivo europeo durante la segunda mitad del siglo XVII y en el
siglo XVIII. Aquí triunfa plenamente el clasicismo, aunque muy diferente al
italiano debido a su carácter académico.
En cuanto a las tipologías, en la
primera mitad del siglo XVII las religiosas aún son considerables, con muchas
iglesias parroquiales y, sobre todo, conventuales, debido al nacimiento de
nuevas órdenes religiosas a raíz de la Contrarreforma. Estas iglesias reciben
una doble influencia del Gótico y del Barroco italiano: del primero mantienen
los arbotantes y la verticalidad, que se consigue a través de una alta cúpula y
de una fachada de tres pisos en la que se superponen los tres órdenes clásicos;
del segundo, en cambio, admiten el paso de la planta basilical a la central,
con el consiguiente acercamiento de la cúpula a la fachada para facilitar así
su visión (Iglesia de la Sorbona, París). En la segunda mitad del siglo XVII
triunfa el palacio barroco típicamente francés, que se contrapone al
renacentista, que tenía forma cerrada y patio central. Se trata de un palacio
con jardín, síntesis del palacio urbano y de la villa. Como organismo abierto, su
planta en “U” incluye un cuerpo central con cúpula y dos alas que conforman un
patio de honor, que al abrirse a la ciudad asume un carácter público, mientras
que la zona principal, que mira al jardín, se aleja de la entrada y, por tanto,
recibe un sentido privado. En el interior se introduce el apartamento doble,
que consiste en un conjunto de unidades relativamente pequeñas e independientes
que, básicamente, son una habitación grande, dos pequeñas y un ropero.
Los arquitectos más importantes
de la época de Luis XIV son Louis Le Vau (1612-1670), Jules Hardouin Mansart
(1646-1708) y André Le Nôtre (1613-1700).
c) Pintura
En la primera mitad del siglo
XVII la pintura tiene un puesto secundario en el arte oficial francés, aunque
entonces ya se establecen claramente las dos tendencias del realismo y del
clasicismo, de las que sólo la última predomina después. La primera, apartada de los
principios académicos, desarrolla el tenebrismo y, aparte del género religioso,
otros como la pintura de costumbres. Dentro de ella destaca Georges de la Tour
(1593-1652)
Poussin
manifiesta en sus cartas, su máximo objetivo es
representar las acciones humanas más nobles con el fin de agradar y emocionar.
Para ello el pintor no se detiene
en los detalles superfluos, sino que se concentra sólo en lo importante y, por
tanto, en lo más general y típico. Se pretende que el espectador comprenda
claramente los sentimientos de cada figura a través de gestos y movimientos que
se atienen a reglas estrictas y que, por supuesto, se relacionan con el tema
representado. En definitiva, Poussin se
dirige más a la mente que a los sentidos, lo que explica el predominio del
dibujo sobre el color, ya no brillante por considerarse algo trivial. En
cualquiera de los géneros que aborda elige
asuntos morales que,
relacionados con el estoicismo, se
centran en la idea del triunfo de la voluntad sobre las pasiones, como se
aprecia en su pintura de historia antigua (El rapto de las sabinas), en sus
cuadros mitológicos (Pastores de la Arcadia) y en sus paisajes. Éstos obedecen
al tipo clásico iniciado por Carracci, en donde se busca una relación
intelectual y, por tanto, ideal entre el hombre y la naturaleza. Sin embargo,
los de Poussin se distinguen por esa ordenación geométrica del espacio, lo que
produce un efecto de permanencia y de claridad racional que hacen del paisaje
un instrumento más para ensalzar virtudes estoicas (Las cenizas de Focion).
Lorrain, conocido también como Claudio de Lorena, conoce el éxito gracias a sus
paisajes, único género al que se dedica y con el que transmite ya no tanto lo
heroico sino lo idílico del pasado. Él es el responsable del nuevo puesto que
este género empieza a tener en la jerarquía artística.
Lorena representa
la profundidad de modo más continuo a través de la perspectiva aérea. Esta
técnica, introducida por Leonardo en el siglo XVI, permite ahora que la luz y
la atmósfera, con sus aspectos cambiantes, unifiquen el cuadro desde el primer
término hasta el último. Se aplique en una época u otra, el principio básico es
el mismo: la luz atraviesa el aire y, por eso, se altera, lo que afecta a las
formas, cada vez menos nítidas, y a los colores, que se degradan, pues los
cercanos son más cálidos y los distantes más fríos. A partir de aquí Lorena
pone el acento en el horizonte, sugiriendo un espacio infinito desde cuyo fondo
se irradia la luz que avanza hacia el espectador.
Lorena también es innovador en la iconografía, pues se fija en temas
hasta ahora con poco interés para otros artistas, como la campiña romana (El
matrimonio de Isaac y Rebeca) y el mar en su llegada a un puerto (Puerto de mar
con el embarque de la reina de Saba). Ya no con la luz dirigida de Poussin sino con otra
más difusa, elige para sus escenas la mañana y la tarde, pero no el mediodía,
cuando los contrastes entre luz y sombra son más bruscos.
3.4. FLANDES
Desde que los Países Bajos se
dividen a fines del siglo XVI, Flandes, en el sur, sigue perteneciendo a la
Corona de España desde 1581, lo que supone el auge del catolicismo y un poder
centralizado de carácter aristocrático en una sociedad eminentemente burguesa.
Peter Paul Rubens (1577-1640) es
el pintor más importante, con influencia en toda Europa, principalmente en
Italia, Inglaterra y España. Su última etapa, muy positiva en lo artístico y en
lo personal (Elena Fourment con sus hijos). En cuanto a su aportación
pictórica, Rubens realiza una síntesis entre lo italiano y lo flamenco que le
lleva a decantarse por la tendencia clasicista, pero dándole un enfoque
diferente, más cercano a la realidad, lo que responde plenamente a las demandas
persuasivas de la Iglesia contrarreformista y de las monarquías europeas. De
Italia asimila el protagonismo de la figura humana, siempre con un carácter
heroico, como también el colorido veneciano y la mitología, con el desnudo que
ésta conlleva. Pero no por esto renuncia a su condición flamenca, por lo que se
apega a la materia captando todas sus calidades, pero también con falta de
idealismo, con variedad de detalles y con gusto por lo sensual. Con todo ello,
Rubens ofrece su peculiar concepción visual de la pintura, donde unas pocas
pinceladas rápidas, largas y gruesas sugieren las formas a través de colores
luminosos alejados del claroscuro. No le interesa construir un espacio en
perspectiva, pues favorece el primer plano, siempre atestado de figuras que se
mueven impetuosamente a través de líneas curvas y oblicuas que recorren todo el
cuadro con una enorme agitación que no pasa desapercibida.
Rubens aborda todos los géneros: la pintura religiosa como reflejo del
triunfo de la Contrarreforma, la pintura de historia con series de carácter
conmemorativo que expresan los ideales del absolutismo monárquico (Ciclo para
María de Médici), la mitología para transmitir una sensualidad voluptuosa con
cuerpos exuberantes (Rapto de las hijas de Leucipo), el autorretrato y el
retrato para incorporar un nuevo tipo oficial ecuestre (Duque de Lerma a
caballo), la fiesta galante como anticipación del Rococó (El jardín del amor),
el paisaje para ofrecer una versión dinámica del mismo (Paisaje otoñal con el
castillo de Steen) y la pintura de costumbres para inmiscuirse en lo popular
(Kermesse).
3.5. ESPAÑA
El siglo XVII es para España un
período de declive que se corresponde con los reinados de Felipe III
(1598-1621), Felipe IV (1621-1665), y Carlos II (1665-1700). En esta crisis generalizada se produce un esplendor
artístico en la literatura y en la pintura en lo que se conoce como el Siglo de
Oro, mientras que la arquitectura y la escultura se relegan a un segundo plano.
El predominio de lo religioso es evidente también en la escultura, que, con una orientación realista, acerca las imágenes al espectador
para cultivar así su sentimiento. El material por excelencia es la madera
policromada, que cuenta con
postizos, es decir, materiales extraños a la escultura, como ojos de cristal, dientes y uñas
naturales, corona de espinas, espadas, cuerdas, pedrería, sombreros, joyas y
vestidos.
Además del retablo,
que evoluciona desde las trazas clasicistas a otras más barrocas, destacan los pasos procesionales, género
propiamente español que consiste en una o varias imágenes sobre la Pasión que
se sacan a la calle en Semana Santa para el culto popular.
La pintura en España tiene en el
siglo XVII uno de sus momentos más fructíferos. Sólo se fomenta la que sigue el
realismo instaurado por Caravaggio a principios de la centuria desde Roma. Se
pretende entonces que el espectador compruebe que las escenas pintadas
reproducen su mundo cotidiano, con el que está plenamente familiarizado, lo que
garantiza que se involucre directamente en la obra.
Debido a que la clientela procede
sobre todo de instituciones eclesiásticas como catedrales, conventos y
parroquias, el género más cultivado es el religioso, por ejemplo con retablos y
series para claustros conventuales. Los temas, relacionados con la
espiritualidad contrarreformista, dan especial énfasis a la Virgen María
(Inmaculada Concepción y Dolorosa), a los martirios, a los éxtasis y a los
santos, generalmente introduciendo milagrosamente la visión celestial en el
mundo real.
También existe una pintura
profana que proviene de dos fuentes: una es la burguesía, otra es la Corona y la nobleza. Se desarrolla algo la pintura de costumbres y la naturaleza
muerta, sobre todo de bodegón, con un sentido cercano a lo religioso. Se
fomentan la pintura de historia, que ensalza las victorias de la monarquía
española, y el retrato, tanto de pie como ecuestre, así como la mitología, con
menos presencia aún por los prejuicios con respecto al desnudo. En cuanto al
estilo, la pintura barroca española siempre evoluciona dentro del realismo.
Diego de Velázquez (1599-1660). Atiende numerosos encargos tanto religiosos
(Adoración de los Reyes Magos) como profanos. Estos últimos consisten en
escenas costumbristas que también pueden considerarse bodegones con medias
figuras (Vieja friendo huevos). Firme partidario del tenebrismo, representa la realidad como es. Velázquez abandona
el tenebrismo cuando es nombrado pintor del rey, cargo que le adjudica dos
funciones principales: realizar los retratos de la familia real y atender la
decoración del palacio. Esto también supone dejar atrás la pintura de
costumbres y disminuir considerablemente su producción religiosa en aras de
otros géneros que, además del retrato, incluyen la mitología, pero siempre
ignorando lo clásico (El triunfo de Baco).
3.6. HOLANDA
La independencia de Holanda
no se reconoce tácitamente hasta 1609, cuando comienza un período de paz con
España que dura hasta 1621 con la Tregua de los Doce Años, momento en que se
reanuda la guerra.
La clase social superior es la
burguesía, principal cliente de los artistas, pero con preferencias hacia lo
profano.
Desde el punto de vista
religioso, se impone el calvinismo. Decae
considerablemente el arte religioso, mientras que el profano se desarrolla en
unos niveles insospechados, teniendo en cuenta que lo material también tiene un
origen divino para los calvinistas.
El artista en Holanda no recibe
encargos ni del Estado ni de la Iglesia, pero sí de la burguesía, que demanda
muchos cuadros que, colgados en sus casas, reflejan su satisfacción por la
independencia y la prosperidad alcanzadas.
Mientras que la arquitectura, la
escultura o la pintura decorativa no destacan nada o casi nada, sí lo hace la
pintura de caballete, que se convierte en un bien altamente cotizable sometido
a la ley de la oferta y la demanda. El
pintor ya no suele trabajar por
encargo sino para un comprador
desconocido, que adquiere la obra sólo si es de su agrado. Este régimen de mercado abierto surge ahora
por primera vez y lo hace en Holanda.
Considerado generalmente como
fundador de la pintura barroca holandesa, Frans Hals (h. 1581-1666) pertenece a
la primera generación del siglo XVII, que refleja el optimismo de la sociedad
burguesa del momento.
Rembrandt (1606-1669) es el artista más importante del Barroco holandés. En Ámsterdam, tiene sus primeros grandes éxitos con retratos
oficiales. Al contrario de Rubens, no tiene grandes dotes para relacionarse con
sus clientes, por lo que al final los encargos disminuyen considerablemente.
Por su concepción calvinista de la vida, el hombre está marcado por el drama y,
en esta situación, se siente indigno, aunque reconoce a Dios en todo lo que le
rodea. La muerte, constante en el Barroco, está también presente, pero mientras
en los países católicos es un paso de lo terrenal a lo celestial, para
Rembrandt significa que la existencia se va apagando día a día. Este
agotamiento paulatino genera sufrimiento y, por último, también soledad. Por
tanto, su gran aportación es entender el arte como un medio para expresar los
sentimientos humanos más profundos.
Por su carácter introspectivo y
dramático, Rembrandt es un caso excepcional frente a la especialización
generalizada de los pintores holandeses de su época.
Aborda un amplio número de
géneros, pero no el histórico, que tradicionalmente sirve para ensalzar las
glorias humanas, lo que no concuerda con su visión calvinista del mundo, llena
de pesimismo, y con su repulsa hacia la Antigüedad como fuente de autoridad. Lo
que más pinta para sus clientes son retratos, entre los que destacan los de
grupo, modalidad en la que aporta mayor variedad y mucho movimiento. Un acontecimiento
aparentemente insignificante se convierte en algo muy dramático e importante,
ya sea con pocos personajes (La lección de anatomía del doctor Tulp) o con
muchos (La ronda de noche).
SIGLO XVIII - BARROCO TARDÍO, ROCOCÓ
Y NEOCLASICISMO
En el siglo 18 se desarrollan el barroco tardío, el
rococó y el neoclasicismo, tres movimientos artísticos con un mismo fondo:
ilustración en lo cultural y el absolutismo monárquico en lo político.
Los
ilustrados parten de tres criterios básicos: la razón, la naturaleza y la
experiencia.
Con la
razón quieren acceder a los conocimientos útiles, con lo que se rompe con
cualquier principio de autoridad, como la monarquía y la Iglesia, que dan al arte un fin persuasivo que ahora desaparece.
También se rechaza el ilusionismo
barroco, pues se busca lo natural, que equivale a lo verdadero.
A partir de la experiencia se busca alcanzar el
contacto íntimo del hombre con la naturaleza. Se recurre al exotismo y a la
utopía, muy evidentes en la literatura y también en el arte, con énfasis en lo
oriental, sobre todo en lo chinesco.
Los
ilustrados confían plenamente en la capacidad mental del hombre para resolver
cualquier problema.
Se
fortalece el poder estatal en detrimento del religioso y por tanto la Corte
mantiene todo su esplendor como reflejo de la superioridad por eso, reyes y
príncipes realizan cuantiosas inversiones en proyectos artísticos que tienen
como modelo el Palacio de Versalles construido por Luis XIV en el siglo XVII.
Esto
coincide con un desarrollo económico y cultural que determina la nueva
configuración política de Europa, con Inglaterra en un primer plano y con el
nacimiento de dos nuevas grandes potencias como son Rusia y Prusia.
Todo desemboca a fines del siglo XVIII en la
Revolución Francesa, en la que cristalizan los principios ilustrados
para sentar las bases del mundo contemporáneo.
Desde el
punto de vista artístico, la época del absolutismo ilustrado es la del barroco
tardío y rococó, dos estilos que coinciden en el tiempo y que se relacionan
directamente.
BARROCO TARDÍO Y ROCOCÓ
El
término barroco tardío se refiere a la prolongación del barroco hasta mediados
del siglo XVIII debido a la pervivencia de los sistemas políticos religiosos y
culturales que lo sustentaron un siglo antes.
Por su
parte, el Rococó es el Barroco pero sin
su contenido religioso y político, pues se convierte en mera decoración. El
objetivo principal, ahora no es la persuasión, sino la sensación, con lo que se
invita al disfrute de todos los sentidos. El
Rococó tiene una existencia muy breve como el manierismo, con el que
coincide en su desvinculación de lo clásico.
El Rococó
nace en Francia, dónde en el siglo XVII se instaura un arte académico muy
rígido, y en la primera mitad del siglo XVIII se quebrantan buscando la
espontaneidad.
Arquitectura
Tipologías:
Las iglesias como los palacios son las tipologías dominantes.
Iglesias:
Se alzan en lugares muy visibles para dominar un paisaje en el que se integran
a través de un eje longitudinal y sobre todo de otro vertical preeminente, cómo
es la torre.
Palacios:
conservan la planta en forma de U, se da especial énfasis a las grandes salas y
escaleras, amplias aberturas a modo de ventanas francesas, mediante la cual la
luz se refracta en los espejos y se difunde ampliamente a través de paredes que
se achaflanan (achatan) para evitar ángulos muertos. En lugar de columnas o
pilastras las paredes se cubren con paneles. Los grandes frescos barrocos se
sustituyen por pinturas sobre tela y por tapices. Los diseños curvos de muros y
techos se trasladan también al mobiliario.
En la
arquitectura,
·
el barroco tardío realiza una síntesis de las ideas
de Bernini, Borromini y Guarini, pero sin aportar ninguna solución espacial
nueva.
·
el rococó, por el contrario, según es la función,
así es el espacio y la decoración. Por ejemplo, mientras fuera el adorno
disminuye notablemente, dentro se convierte en absoluto protagonista.
Novedad:
nace el concepto de “interior”, propiamente rococó, qué consiste en definir un
ambiente a través de la decoración, que abarca desde lo general hasta el
detalle más insignificante.
Escultura
La
escultura rococó da más importancia a las piezas pequeñas con sus formas curvas
y sus posturas refinadas. Su material más característico es la porcelana. Originada en China, se obtiene por primera vez en Europa a
principios del siglo XVIII, concretamente en Alemania. Se aplican al
principio colores vivos, pero después se opta por combinaciones más apagadas o
simplemente se aplica el blanco.
Géneros
escultóricos, como el mitológico o el retrato, coinciden con los de la pintura
que ahora se complace en placeres de la vida, con obras que exhiben un
definitivo triunfo del color sobre el dibujo.
NEOCLASICISMO
La segunda mitad del siglo XVIII es la época del
neoclasicismo, tiempo donde culmina la ilustración. Se gesta
dentro del rococó, y como esté, dura muy poco, coincidiendo su punto álgido con
el imperio napoleónico.
Se trata
de un arte racional, pues se dirige a la mente y no a los sentidos, por lo que
rechaza totalmente el barroco y el rococó.
Su
objetivo es imitar la naturaleza, el entorno donde el hombre vive. De ahí,
surge un auténtico culto por la antigüedad, potenciado además por el
descubrimiento de ciudades como Herculano y Pompeya.
Con esta
vuelta al pasado, el neoclasicismo establece la autonomía del arte, pues solo
quiere conseguir belleza y ya no transmitir grandes ideales, religiosos o
políticos. Se produce una gran ruptura
con el arte precedente, lo que constituye el primer paso para un nuevo ciclo, el contemporáneo, que llega hasta nuestros
días. En este contexto nace a mediados del siglo XVIII la Estética.
Johann
Joachim Winckelmann defiende la Antigüedad griega como fuente inspiradora de
belleza. Es una manera nueva de interpretar el pasado clásico pues hace hincapié en el contenido y no en la
forma, lo que genera un nuevo concepto de historia del arte, ya no como
vida de los artistas como hace G. Vasari en el siglo XVI, sino como estudio de los orígenes del desarrollo
y de la decadencia de los periodos artísticos.
Surge un nuevo concepto de artista
entendido ahora como figura pública y profesional.
El
sistema gremial se sustituye por el de las academias, donde el artista se forma
técnica y teóricamente para desempeñar su
función que es educar cívicamente al
público. Por ello sus obras poseen interés colectivo por su fondo moral y
social.
Las
academias organizan exposiciones anuales o salones donde los artistas muestran
sus obras con el propósito de venderlas para
así tener éxito, lo que está asegurado si se atienen al gusto oficial, que entonces es el neoclásico. Cuyas premisas básicas son la claridad, el orden y la simetría.
Arquitectura
Tipologías:
en la segunda mitad del siglo XVIII, la iglesia y el Palacio dejan de ser las
tipologías dominantes, pues surgen otras con un interés social como lo son las
escuelas, museos, hospitales, puertos, puentes, sepulcros, teatros, entre
otros. También las obras conmemorativas. Con ellas, el arquitecto aspira a una
nueva ciudad que tenga sus monumentos, pero que además sea moderna porque
satisface todas sus exigencias.
La
arquitectura respeta la correspondencia entre forma y función. Asimismo, se
imponen las formas geométricas puras como el cuadrado, el rectángulo, el
círculo y el cubo. Todo ello anuncia la orientación predominantemente racionalista
que lo constructivo asumirá en el mundo contemporáneo.
Escultura
De mármol
y bronce, marca nítidamente los contornos, pues el punto de partida es siempre
el dibujo. Se renuncia al color y el encuadre arquitectónico, se opta por un
espacio plano con figuras de frente y de perfil, pero no en escorzo.
Para
proponer modelos morales y educativos se fomentan géneros profanos, como ser:
·
El Retrato, con hombres que han contribuido la
cultura y a la ciencia.
·
El Mitológico, con desnudos ideales sin ninguna
connotación erótica para enfatizar lo natural.
·
El Funerario, con la muerte como sueño y no como
drama.
Así
mismo, la pintura neoclásica se basa en el predominio de la línea, los colores
destacan por su nitidez, aunque sobrios, mientras que la luz es difusa y carece
de claroscuros bruscos.
La pintura de historia ocupa un
puesto solitario, pues sus temas son los únicos dignos para un pintor que ha de
formarse sobre el pasado, ya no considerado como creación divina sino como
experiencia humana.
4.2 FRANCIA
En el
Barroco tardío y rococó francés sobresalen la arquitectura y la pintura. Por
otro lado, la nobleza se convierte en la clientela principal, y ya no la corte,
con lo que la actividad artística se desplaza a otros ámbitos. Dos
consecuencias: 1) París surge como nuevo centro artístico, y 2) el palacio
urbano (el hotel) es la tipología más importante.
Juste-Auréle
Meissonnier (1695-1750) es considerado el inventor de las formas decorativas
del Rococó.
Germain
Boffrand (1667-1754) es uno de sus máximos difusores y creador del estilo
parisino. Él hace de la ornamentación interior su principal objetivo.
Pintura
Antoine
Watteau (1684-1721), en 1717 quebranta todas las normas académicas creando un nuevo género, el de las fiestas
galantes. Acapara la atención sobre los asuntos que conciernen a la vida
cotidiana y relaciones amorosas. La fantasía y la realidad se entremezclan,
dónde tienen cabida la comedia y la mitología, pero con dioses menores como
Venus, Diana y Cupido, que, lejos de lo heroico, se trasladan a un mundo de
ensueño.
Para todo
ello, el fondo más adecuado siempre es la naturaleza, concebida como escenario
espontáneo que rechaza la ordenación estricta del jardín francés del siglo
XVII. Aún prima la pintura de historia.
Francois
Boucher (1703-1770). Sigue el camino iniciado por Watteau. Introduce una carga erótica y una superficialidad que son reflejo de la
vida licenciosa de las clases altas. Esto le garantiza la fuerte crítica
por parte de los neoclásicos. Se decanta por la mitología galante, con el
desnudo femenino como protagonista (descanso de Diana a la salida del baño).
Jean-Baptiste
Siméon Chardin (1699-1779). Se dedica a
la pintura de costumbres y el bodegón. Ampliamente difundidas a través del
grabado, sus obras transmiten una simplicidad y un amor a la verdad que se
alejan de la sensualidad, de la imaginación y de la frivolidad del rococó. Con predominio del marrón y del gris. Pone
el acento en los personajes, ahora serios y concentrados, con lo que afirma su
dignidad (El aya). Sus bodegones se constituyen con objetos cotidianos
sencillos.
Jean
Honoré Fragonard es el último pintor de
escenas galantes. Sus obras se canalizan a través del coleccionismo
privado. De su maestro, Boucher, adopta
el desnudo femenino y el sentido de la gracia, aunque aporta un gusto por
lo trivial y algunos elementos prerrománticos.
Neoclasicismo
A
mediados del siglo XVIII, el principal representante de la pintura neoclásica
francesa es Luis David (1745-1825).
En Roma
entre 1775 y 1780 comienza su verdadera carrera como pintor, que desarrolla a
través de tres etapas.
1° etapa:
sirve a la monarquía de Luis XVI en vísperas de la Revolución Francesa, con lo
que encarna el ideal de patriotismo de
la burguesía en esos momentos críticos de descontento político y social (El
juramento de los Horacios).
2° etapa:
se identifica con la causa revolucionaria, así aporta una nueva concepción del cuadro histórico basado en el hecho
contemporáneo.
3° etapa:
fiel al imperio napoleónico su pintura
asume una función propagandística (la coronación de Napoleón).
David
aprende de la escultura clásica los contrastes de luces y sombras para
conseguir relieve. Su estilo se caracteriza por la simetría, la falta de
profundidad y las figuras de perfil ordenadas en filas paralelas, con ausencia
de escorzos violentos o de cualquier otro artificio de perspectiva. Así mismo,
elimina accesorios inútiles como la ornamentación, el mobiliario o la
arquitectura, reduciendo al mínimo el número de figuras y limitando la acción a
un espacio cerrado y al primer plano.
Época napoleónica: se produce en la arquitectura el Estilo Imperio, un
Neoclasicismo desvirtuado, con afán decorativo.
4.3 ITALIA
En la
época barroca tardía y rococó todo el protagonismo recae en Piamonte para la
arquitectura y en Venecia para la pintura.
La arquitectura barroca tardía y rococó.
El
arquitecto italiano más importante del siglo 18 es Filippo Juvarra, quién se
forma en Roma dentro de un clasicismo académico muy cercano a Bernini.
Desarrolla un barroco tardío con cierto acercamiento al rococó que le sirve
para integrar el edificio con el paisaje. Abandona el concepto tradicional de
edificio como bloque cerrado, pues ya no separa un exterior de un interior sino
que le lleva a introducir una planta libre donde todos los espacios se
compenetran continuamente.
Se retoma
la fuente, donde los motivos arquitectónicos pierden relevancia frente a los
escultóricos y naturales (Fontana de Trevi)
Pintura barroca tardía y rococó.
Giovanni
Battista es el mejor pintor de frescos de la época a nivel europeo, siempre con
un sentido grandioso y teatral. Predomina el color, siempre en una gama fría y
luminosa y donde el espectador es engañado con
recursos como la perspectiva para expresar la aparente opulencia de una
sociedad aristócrata ya en decadencia.
La pintura veneciana reproduce fielmente un lugar. Los
aspectos más amables del mismo, es decir, se trata de una imagen parcial; que
es la que interesa a los muchos visitantes que llegan a esta ciudad en el siglo
XVIII y que quieren llevarse un recuerdo de ella. Es un tipo de pintura más
racional que imaginativa. No se prescinde de la figura humana, pero esta se
limita a poblar el lienzo con su tamaño diminuto. (postal)
Su máximo
representante es Antonio Canal, más conocido como Canaletto.
Su originalidad radica en su visión objetiva y científica de la realidad,
a través de la perspectiva técnica con la que ordena geométricamente el espacio
pictórico. Con colores nítidos, iluminación uniforme y figuras estáticas, sus
obras transmiten una sensación de intemporalidad. En plena época barroca tardía
y rococó, Canaletto es uno de los más claros exponentes de la cultura ilustre
Europea (la Plaza de San Marcos de Venecia).
NEOCLÁSICISMO
Escultura
Durante
la segunda mitad del siglo 18 y principios del 19, Roma hace un importante
aporte al campo de la escultura gracias a Antonio Cánova.
Su
material es el mármol blanco, sin color, con superficies muy pulimentadas. Es
considerado, después de Bernini, el mayor técnico en ese sentido. A él se debe
que la escultura recupere su importancia, liberándola del emplazamiento arquitectónico
4.4 INGLATERRA
Siglo XVIII:
nacimiento de la Revolución Industrial, lo que provoca cambios profundos en el
siglo XIX.
El arte
no es un instrumento de la Corte, los nuevos clientes son la nobleza y la clase
media de comerciantes. El arte hace propaganda de la nobleza y de la burguesía.
Al mismo
tiempo, la Iglesia también deja de ocupar un puesto preferente como
patrocinadora artística, algo que ya se constata desde el siglo 16.
Arquitectura
La
arquitectura se caracteriza por su firme lealtad a lo clásico a través de la
herencia de Palladio.
Christopher
Wren (1632-1723). Es el arquitecto más destacado de Inglaterra en esta
época y uno de los más prestigiosos de todos los tiempos.
Primera
mitad del siglo 18: se impone de nuevo una arquitectura inspirada en la
antigüedad que anticipa el neoclasicismo, pues se busca la armonía clásica. Su tipología más importante es la casa.
Lord
Burlington: es uno de los mayores impulsores del neoclasicismo inglés. A la
manera de Palladio, alejado de las licencias y de la fantasía del estilo
barroco. Respeta todas las reglas de la
arquitectura clásica, pues son ellas lo que constituyen lo que se entiende como “buen gusto” (Chiswick
house).
La pintura
William
Hogarth y Thomas Gainsborough se contraponen al academicismo de Joshua
Reynolds.
Hogarth
es el primer artista autóctono del siglo 18 inglés que aspira a ser valorado
por su originalidad. Quiere atrapar al público de su país, por lo que crea un
nuevo tipo de cuadro que se caracteriza por su carga moralizante. A través de la sátira pretende mostrar los
vicios de la sociedad.
El
retrato es la única fuente de ingresos segura para los pintores en Inglaterra.
Thomas
Gainsborough contribuye a establecer el inconfundible carácter del retrato
inglés (El señor y la señora Andrews).
También
en el retrato sobresale Joshua Reynolds, quién fija la doctrina artística a
través de una serie de teorías y reglas.
Gainsborough hace retratos solo para subsistir, lo que le priva
de su verdadera vocación que es pintar
paisajes. Donde no reproduce la naturaleza tal como es. El problema es que
no encuentra compradores para ellos. Entonces sus bocetos marcan el comienzo del paisajismo inglés, se le considera
el antecedente próximo de Constable (El bosque de Gainsborough).
EDAD CONTEMPORÁNEA
Siglo XIX (1.800) a la fecha
1.2
ROMANTICISMO
Movimiento
artístico de la primera mitad del siglo XIX.
Antepone el
sentimiento a la razón. La obra de arte se convierte en la expresión del único
punto de vista de su creador, quien ahora se deja llevar por la imaginación, la
intuición, las emociones, la originalidad y lo individual. No hay un estilo
único, coexisten muchos y muy diferentes entre sí, en contraposición a los
neoclásicos. Nace un nuevo concepto de artista, por vocación, genio
incomprendido que busca voluntariamente la soledad para huir del gusto mediocre
de la mayoría.
FRANCIA
Théodore
Géricault (1791-1824): Primer pintor romántico de Francia.
Se interesa por los hechos contemporáneos, por la víctima, que es el
desconocido que sufre. Introduce nuevos temas, como militares a las órdenes de
Napoleón, caballos, dementes o catástrofes ocurridas en su época. Es novedoso,
pero de actitud diferente quiere reproducir la realidad fielmente. Sus obras
constituyen una provocación (La balsa de la Medusa). Abre el camino del
Realismo, movimiento que lleva, a través de Courbet, a Manet, el precursor de
los impresionistas.
Eugéne
Délacroix (1798-1863), pintor de carácter difícil y una constante rebeldía
contra los dictámenes académicos. Deja de abordar la pintura de historia
antigua para afrontar asuntos de su época. Nada de contornos precisos,
composiciones equilibradas y cuerpos modelados con cuidado a través de la luz y
de la sombra, encontramos un dibujo torcido y deslizado, mucho movimiento y
pequeñas pinceladas que, aplicadas con rapidez para no perder espontaneidad ni
emoción, dan a la obra un aspecto inacabado.
La nueva
libertad que el Romanticismo ofrece en todos los sentidos atañe también a la
elección de los temas, por lo que el
paisaje deja de ser considerado un género menor para convertirse en el más
idóneo para expresar los sentimientos. Los artistas estudian la naturaleza
saliendo al aire libre para copiar directamente motivos y efectos lumínicos
como paso previo para pintar luego en el estudio.
Referentes
de la pintura francesa
Michel-Eugène
Chevreul (1786-1889), (Mujeres argelinas en sus
habitaciones). Délacroix, Vicent van Gogh y Paul Cézanne,
Jean-Baptiste-Camille Corot (1796-1875).
Escultura
De
aportación formal, sustituye el dibujo correcto y la imitación de las estatuas
clásicas por el color, ahora vehículo de la imaginación, mucho más importante
que la inteligencia.
1.4
EL
REALISMO
Movimiento
pictórico iniciado en 1855, real, nunca imaginado, relacionado con el hombre.
Pintura
Con su
miseria y su desigualdad social, interesa en la pintura, campesinos y obreros
que, sin idealizar y tratados como objetos, son la auténtica razón de ser del
cuadro. Predomina el dibujo, con contornos muy precisos y colores oscuros, así
como la falta de profundidad y el desequilibrio en la composición.
Gustave
Courbet (1819-1877). Al mismo tiempo que
gesta el movimiento realista (Después del almuerzo en Ornans). (Entierro en
Ornans). Courbet “Le Réalismo, G. Courbet”, constituye el punto de partida del nuevo movimiento.
El
objetivo del Realismo: basar el arte en su propia época, es decir, en el
presente y en lo que existe, y no en el pasado y en la imaginación como hacen
los románticos.
1.5 EL IMPRESIONISMO
Nacido en
París entre 1860 y 1870.
Pintura
La
pintura es también una reacción contra el pasado, es más rotunda.
En el
arte tradicional, los pintores habían trabajado dentro del estudio, donde
conseguían el volumen con transiciones graduales de la luz a la sombra. Ahora
se rechaza este modo de actuar, pues al aire libre vemos contrastes violentos
de luces y sombras, lo iluminado brilla más y la oscuridad nunca es uniforme
porque en ella incide la luz que se refleja sobre los objetos de alrededor.
Los impresionistas sólo confían en lo que sus ojos
ven y no en las reglas académicas. También se dejan influir por el pensamiento
positivista, en el sentido de que el conocimiento tiene que fundarse en lo que
percibimos, por lo que sólo atienden a lo que encuentran en su campo visual
cuando están pintando.
Son los
primeros que salen del estudio para pintar al aire libre y buscan captar lo
momentáneo y lo cambiante.
Constable
y Turner descubrieron que la luz y el aire son más importantes que el tema.
Como ahora el cuadro es un mosaico de manchas coloreadas surge un nuevo espacio
pictórico, que carece de profundidad y de volumen, derivados de la fotografía
como de la estampa japonesa, rompen con lo establecido.
Fotografia:
Proporciona
puntos de vista inesperados e inaccesibles para el ojo humano, razón por la que
muchos pintores se sirven de ella, aunque con diferentes objetivos: mientras el
fotógrafo aspira al máximo detalle, el pintor impresionista desea lo inacabado.
Europa.
Siglo XVIII. Dentro del Rococó, se fomentan las chinerías en busca de lo
fantástico y de lo exótico.
El
término chinería (del francés: chinoiserie) se refiere a un estilo artístico
europeo que recoge la influencia de China y se caracteriza por el uso de
diseños propios de China, la asimetría, caprichosos cambios de tamaño, el uso
de materiales lacados y abundante decoración. La chinoiserie entró en Europa
aproximadamente en el último cuarto del siglo XVII y su auge se produjo a
mediados del siglo XVIII, cuando se fue asimilado por el rococó.
En
definitiva, la nueva técnica impresionista culmina el mismo objetivo apuntado
por el Renacimiento: representar la realidad lo más fielmente posible.
Arquitectura: Los
artistas italianos lograron reproducir científicamente el mundo visible con la
perspectiva lineal a partir del siglo XV y con la perspectiva aérea desde el
siglo XVI, con figuras en el primer caso muy rígidas y en el segundo más
naturales. Nueva arquitectura en hierro.
Pintura:
Édouard
Manet (1832-1883) no pertenece al grupo impresionista, pero se le considera su
precursor. Representa el tercer gran motor de la pintura del siglo XIX en
Francia, después de Délacroix y Courbet.
Gran
parte de su formación la recibe copiando obras en el Louvre, especialmente de
Tiziano, Hals, Velázquez y Goya. De este modo, rompe y enlaza al mismo tiempo
con la tradición, pues, basándose en los antiguos maestros, es sincero.
Abandono
del claroscuro, es decir, del modelado a base del paso sutil de la luz a
la sombra, pues va directamente del claro al oscuro y viceversa, mancha
coloreada que se yuxtapone a las otras (El pífano), (Olimpia), (El almuerzo en
la hierba).
Claudio
Monet (1840-1926) al paisaje.
La gran
aportación de Monet es captar la sensación visual en el paisaje,
fundamentalmente acuático, dando todo el protagonismo a lo efímero y a lo
fluido, pero incorporando también elementos propios del ambiente industrial
como el ferrocarril y los puentes (La estación de San Lázaro).
En sus
obras desaparecen los perfiles, pues todo se realiza a partir del color, ya que
delante de la naturaleza lo primero que captamos no son las formas de una
montaña, de un cielo o de un árbol, sino trocitos coloreados. Esto es lo que él
pinta, pues quiere ser lo más fiel posible a lo que ve, que él denomina “instantáneas”. (Catedral de Ruan).
Monet
destaca por su gran capacidad para captar las gradaciones cromáticas más
sutiles que transmiten las variaciones de luz.
1.6 POSIMPRESIONISMO
Pintura:
Paul
Cézanne (1839-1906) le interesa la pintura como
investigación. Su objetivo no es captar rápidamente la sensación visual, sino pensar para reelaborar la realidad, no
imitarla, retoma el equilibrio compositivo, el volumen y la profundidad. Lo logra sólo con tres recursos: el color,
la geometría y el dibujo incorrecto. Sus pinceladas tienen la capacidad de
construir las formas, igual que los bloques de piedra en un edificio, lo que influirá en el Cubismo.
Cézanne
es considerado punto de partida del arte moderno (Naturaleza muerta con
manzanas y naranjas).
El
volumen se consigue gracias a las sombras, ya no basadas en el negro y el gris,
sino en simples contrastes de colores (Los jugadores de cartas).
La
profundidad se deriva del juego entre los tonos cálidos y los fríos, el
paisaje, (La montaña Sainte-Victoire).
Vincent
van Gogh (1853-1890), artista holandés desde el siglo XVII,
dedicó 10 años de su vida a la pintura y no vendió más que un cuadro. Su vida
es inestable.
Cuando
decide ser artista recibe una formación autodidacta
que consiste en copiar a los antiguos maestros.
Desarrolla la pintura al aire libre y se centra en el paisaje.
Tras la crisis por la separación laboral de su amigo y posterior
aislamiento, aporta un nuevo estilo que hace del color el auténtico
protagonista. Tiene
una gran carga emotiva, pues con él expresa
sentimientos humanos, razón por la que
constituye la raíz del Expresionismo. Así transmite la angustia, la
tristeza y la soledad que padece durante toda su corta vida y que le llevan a fijarse
en todo lo cotidiano a través de géneros como el autorretrato, el paisaje y la
naturaleza muerta. De ellos extrae siempre un matiz dramático a través de
manchas de color intensas.
Paul
Gauguin (1848-1903). Igual que Van Gogh, es un pintor de
vocación tardía que inicia su carrera en 1883 y que entiende el arte como una
actividad religiosa que le impulsa a buscar la sinceridad de las personas
sencillas. Le importa sacar a la luz experiencias inexplicables desde los
sentidos, que pertenecen al ámbito del sueño y de la imaginación (La visión
después del sermón).
Sus temas preferentes son los indígenas, donde
resalta su pureza anímica a través de gestos simples, de miradas profundas y de
una vida retirada en plena naturaleza (Dos mujeres tahitianas en la playa).
Utiliza
la línea para los contornos, las grandes manchas de fuertes colores y el
espacio plano, todo lo cual incide a principios del siglo XX en la formación
del Fauvismo.
Henri de
Toulouse-Lautrec (1864-1901), discípulo de Degas, sobresale en el nuevo arte del cartel que, surgido en
el mundo publicitario y bajo la influencia japonesa, se sirve de la litografía. Esta modalidad de grabado, desde su
origen en 1798, se usa para tareas de reproducción, por ejemplo, con un móvil
político, para difundir ideas
progresistas.
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